Ficha de Antecedentes

El sonar de sus pasos provocaba eco en aquella habitación oscura; solo se podía observar esa silla desaliñada en medio de la habitación y frente a esta, el shinigami. No era la primera vez que se encontraba con uno, pero a ese no le había visto antes, lo recordaría según la peculiar forma que tiene.

Se inclinó un poco, saludándole con ese gesto. Su rostro se mostraba tranquilo, algo poco usual, después de todo, cada vez que pisaba el suelo su personalidad era completamente diferente.

Se sobresaltó al escuchar la voz del contrario. Se había sentado en aquella silla y le miraba, jugando con sus dedos. Esperaba que esta entrevista fuera corta, aun tenía muchas cosas que hacer antes de poder abandonar la ciudad.

Nombre Completo: “Todos tiene uno, ¿Por qué tu serias la excepción?”

Tragó saliva. No sabía cómo responder, por no decir que no podía hacerlo de la manera común. De su bolso, saco un par de hojas, una pluma y tinta. Los nervios aparecían a medida que escribía. Su perfecta caligrafía y redondeada letra poco a poco formaban una oración. Al terminar, alzó la hoja, enseñándosela al Shinigami.

“Muchos me llaman Azrael, ese es el nombre más conocido que poseo. Los musulmanes me tratan por Abu Yaria, mientras que los persas me llaman Mordad. ”

Al cabo de un minuto, bajó la hoja. Sin una mesa, todo lo escribía apoyada en su propio bolso; era la única manera que tendría para comunicarse en la entrevista. Dejó salir un pesado suspiro, esto sería largo y agotador.

Apodo: “Algún nickname, sobrenombre, insulto o como sea que te digan. No es obligación tenerlo, aunque claro, pensaría que te quieren poco~”

Bajó la mirada pensando en cuál sería la manera correcta para responder; hasta cierto punto, la ofensa anterior iba bien dirigida. Para alguien con su papel en el mundo era difícil ser querida o adorada incluso por los humanos más torpes. Escribió y alzó la hoja una vez más.

“Antiguamente solo me decían Azra, el resto son solo gritos aterrorizados.”

Inclinación Sexual: “Hacia donde miras~ Oh, vamos, ni tú crees el ser normal, ¡Confiesa!”

El rubor subió a sus mejillas velozmente. No era cosa de responder todos los días, más bien, ni pensaba en ello. Negó fuertemente con la cabeza baja. Hasta sus orejas tomaban ese color rojizo señal de la vergüenza que le ajetreaba. No podía responder abiertamente que el sexo del contrario no le era importante, ni siquiera tenía una respuesta clara para definirlo. Ella era una especie de pansexual.

Raza: “Es lo más importante, ¿Qué rayos eres?”

Respiró tratando de recuperar su compostura, sintiendo como su color volvía a la normalidad. Comenzó a escribir.

“Soy un Ángel, específicamente el Arcángel de la Muerte. Ese es mi rol, solo para eso éxito.”

Edad: “Sorprenderás a muchos, ¿No?”

Cerró los ojos. El tiempo no le era relevante, por lo tanto, no le contaba. ¿Cuánto había pasado desde la primera vez que abrió los ojos? Sabía que tenía exactamente el mismo cuerpo, el mismo rostro, pero… ¿Cuánto ha pasado?

“Mentiría si diera una edad exacta” Alzó un nuevo papel, le tomó y volvió a escribir antes de mostrarlo nuevamente “Sé que tengo más años que la humanidad, yo misma entregue el puñado de tierra que Dios necesitó para crear al hombre.”

Se detuvo una vez más, escribió y mostro al shinigami una última oración “Al menos sé que debo aparenta como mucho unos diecisiete años.”

Cumpleaños: “¿Cuándo comenzó tu existencia? Danos fecha~”

Suspiró.

“Ya lo he escrito antes. No tengo una fecha clara para ello, tampoco mentiré dando una.”

Nacionalidad: “Lugar de Origen, dah.”

“Mi raza no posee algo como esto.”

Dejó la pluma junto al tintero. Estas preguntas se volvían vacías en alguien como ella, quizás aplicarlas en otro tendría mucho mas sentido.

Oficio: “¿Qué es lo que haces? Además de ocupar espacio, respirar mi oxigeno, etc.”

Suspiró resignada a responderla pregunta. Comenzó a escribir con cuidado, pensando en que debía escribir o que tan poco mencionar.

“Como ya escribí antes, soy el arcángel de la muerte. Mi misión es llevar a toda alma al descanso eterno, si así lo amerita. Salgo y entro constantemente tanto del cielo como del infierno y traslado las almas desde la tierra al limbo, del limbo a su lugar asignado, después de que su juicio se haya terminado. Yo, según las ordenes de mi señor, decido quien debe morir y quien puede vivir.”

Personalidad: “¿Cómo actúas? ¿Cómo piensas? Si es que piensas, claro. Solo descríbete.”

Soltó un nuevo y pesado suspiro. Sacó más hojas de su bolso, quizás tardaría un tanto y lo más seguro es que terminaría cansándose de escribir pronto.

“Es más complicado de lo que imaginas describir algo así…

Digamos que tengo dos facetas. Una es la que vez actualmente, cuando estoy en la tierra, con mis alas ocultas, tocando el terreno de los vivos. Por alguna razón mi personalidad es retraída y tímida. Me muevo de manera silenciosa y evito a toda costa el contacto con cualquier otro ser, incluso con los de mi especie. No veo a las personas a los ojos y por mi mente pueden pasar mil cosas. No hablo, como puedes notarlo. Sonrío escasamente. Fácilmente me sonrojo y con mucha más facilidad me pongo nerviosa. Mi mente colapsa y me distraigo con facilidad. Me intimidan muchas cosas y me ahogo entre todos los gritos de las almas que debo llevar a su condena. Nunca lloro, a menos que la carga me sobrepase, pero es difícil que ocurra, ya llevo mucho tiempo como para ser sometida de esa manera por mi propio trabajo. A veces, escucho las voces de las almas que llevo conmigo, me hablan, me gritan e insultan. A veces, son las única voces que logro escuchar.”

Al terminar lo primero suspiro, dando vuelta la página, escribiendo nuevamente.

“La otra faceta, es lo que de verdad soy. Cuando se extienden mis alas, cuando dejo de tocar el suelo mundano de los humanos; en ese momento, soy como debería ser.

Hablo con naturalidad, como si el defecto que ahora ves no existiera. Soy algo presuntuosa y siempre elegante. Me mantengo confiada en todo lo que hago y siempre me dirijo con buenas palabras a quienes la merecen. Sonrío con frecuencia y soy centrada en lo que hago. La timidez es mínima. Mi cabeza está libre de esas voces molestas y sigo mis principios fielmente.

No soy de molestarme con facilidad en ninguna de las facetas, pero en esta tengo un límite, al superarlo, es difícil volver a recuperar la compostura.”

Dejó la pluma a un lado, moviendo con delicadeza su muñeca, relajándola. No consideraba que fuera necesario dar más detalles, con eso bastaba.

Gustos y Disgustos: “Si me haces explicarlo, te enlisto como idiota.”

“Me gustan… las cosas lindas, como muñequitos, peluches o cosas así. El estilo de gotic lolita, los colores y tonos oscuros. Me gustan los dulces y los platillos exóticos, sé que es innecesario para los míos comer, pero no puedo evitarlo, me encantan.

Me gusta todo tipo de música y los lugares vacios y silvestres, donde solo se pueda contemplar el lugar sin interferencias. Los animales son de mi agrado.”

Al terminar de escribir lo primero, se cruzó de brazos unos minutos pensando en lo que no le gustaba.

“No me gustan las personas egocéntricas en extremo, los insectos me dan asco. Las cosas agrias y los lugares ruidosos y llenos de personas definitivamente no me gustan. Que me griten o insulten. Que traten de pisotearme, que me toquen… lo detesto, todo tipo de contacto.”

Virtudes y Defectos: “Todos tienen un don, por muy insignificante que sea. Defectos, pfff, hay montones.”

Se había comenzado a aburrir de escribir, como si de verdad estuviera hablando.

“Virtudes… Mis habilidades con la espada japonesa son incomparables. Poseo una excelente memoria y gran paciencia. Conozco todos los idiomas que existen, incluso los extintos.

Defectos… El estar sobre la tierra y tener este cambio de personalidad es mi mayor defecto.”

Enfermedades, Tic, Manías o Marcas: “No todos tienen este detallito siguiéndolo~”

Le miró algo extrañada por la pregunta, para ella era algo obvio.

“Sufro de Mutismo y paranoia leve. No tengo ni tics ni manías y una marca quizás son mis tres alas grises que me distinguen de los míos, dejando en claro mi rol.”

Fetiches: “Uuuuuh… Quiero saber qué tipo de respuesta me darás.”

“¿Es una broma?”

Escribió rápidamente alzando el papel casi en la cara del contario. El color había vuelto a subir a sus mejillas. Eso era algo muy indiscreto.

“Me niego a responder”
Bajó la mirada, tranquilizándose y borrando el rubor de su rostro. ¿Fetiches? ¿Qué clase de pregunta era esa?

Descripción Física: “Como eres a vista, ¿Tienes algo que destaca? Qué sé yo.”

Ladeó la cabeza, mirándole confundida. ¿Qué clase de obvia pregunta era esa? ¿Acaso no bastaba con mirarle para saber?

“¿Estás seguro de que eso es lo que quieres preguntar?” Alzó el papel aun mirándole extrañada. Al final, no le quedo de otra. Y comenzó a escribir.

“Veamos… Tengo el cabello rojizo, con estos rulos gigantes que ves. El accesorio toma ambas coletas es una rosa con un colgante en forma de calavera, en cada una. Mi piel es blanca y suave, mientras que mis ojos rojizos parecen ser señal de lo que me sigue. La muerte.

No mido más de un metro con sesenta centímetros, pero los zapatos que llevo me agregan como mínimo unos cinco centímetros más. No sé cuanto peso, no lo creo importante. Mi contextura no es la gran cosa, no poseo grandes cualidades como otras mujeres pero tampoco es símbolo de complejo.
Como mencioné antes, mis ropas son gothic lolita. Me encanta el estilo lúgubre y lindo que poseen con diseños casi únicos. Vestidos, corsee, pantis, ligas, botas. Accesorios que le comprendan. No importa que sea, me gusta.”

Bajó la mirada.”No sé que más escribir” Alzó una vez más aquella hoja. Le avergonzaba hablar de ella, todo esto le estaba avergonzando.

Poderes: “Todo tiene un límite. Tú solo puedes tener 3 como máximo. Y recuerda bien, tú no eres Dios, ni tendrás tanta suerte”

“Sé mejor que muchos en el mundo cual es mi papel y que cosa no seré.”

Como osaba soltar tal comentario. Ella no era como mucho de los que había pertenecido a los suyos, ella no deseaba más de lo que ya tenía, no quería tener otra misión, no ansiaba más poder u otro lugar entre los suyos.

“Básicamente controlo las almas a mi alrededor, ese es el don que me han otorgado. Puedo sacar el alma de un cuerpo y regresarla, intercambiarla o solo llevármela para que sea juzgada. Así mismo puedo revivir a personas que hayan muerto hace miles de años, regresando incluso sus viejos cuerpos, pero el tomar prestada un alma que ya ha sido juzgada requiere de tiempo y energías.

Puedo usar toda onda de sonido a mi favor, incluso mi voz. Las ondas las puedo materializar y transformar en filosas cuchillas. Puedo dominar la conciencia de otros solo con el sonido de mi voz. Claro, esta habilidad no la uso en mi condición actual, por razones obvias.

Esos son los más “Importantes”. El resto de los poderes que poseo son cosas obvias debido a mi raza.”

Extra: “¿Algún datito curioso que quieras dar?”

Negó moviendo el rostro de un lado a otro. Consideraba que no había mucha más información que brindarle al shinigami. El continuar con esto no solo revelaría sus debilidades, la llevaría a tener una posible desventaja antes esta raza.

Mascota: “Ni lo preguntes, cualquier cosa que lleves a rastra de manera sumisa puede ser tu mascota, eso creo…”

“No tengo nada de eso”

Accesorios: “Lo que sea que lleves como extra contigo. No, tu mascota no cuenta acá”

“Llevo un par de katanas, muchas hojas de papel, una pluma y tinta”

Historia: “¿Qué paso? Ahora prefieres quieres callar, ¿No? Cuéntale al publico tu vida, pequeña rata.”

Casi como una queja, dejó salir un suspiro, negándose. Solo era una pérdida de tiempo y definitivamente de esto no podía hablar.

“No hay nada que pueda contarte de mi vida. Como ya mencioné antes, existo desde antes que dios creara a la humanidad. He visto nacer a miles y le he quitado la vida a muchos más. No tengo un paso por el tiempo definido como el resto y mis días son siempre iguales.

No tengo nada que especificar y aunque lo tuviera, no lo haría, después de todo, cada parte de mi historia solo es sabida por mi creador.”

¿Al menos imaginaba cuanta historia tiene un ángel milenario como ella? Más de lo que cualquiera pudiese contar, tanto que no terminaría de escribirlo en una noche, pasarían días y aun no llegaría a la mitad. Debía bastar con saber quién era para imaginarse que ha vivido.

Eso, era más que suficiente.

¿Cómo llegaste a la ciudad?: “Confiesa de una vez, ¿Qué te trajo a este basurero?”

Dejó salir, después de tanto tiempo, sus enormes alas grises, extendiéndolas a lo largo de la habitación. Al fin se había elevado un par de centímetros del piso y su ser se sentía mucho más relajado. Se estiró con algo de pereza y miro al “Dios de la Muerte”.

- Lo más seguro es que ambos estemos en este lugar por la misma razón. Cada ser muerto en el interior de la ciudad se queda aquí. Todo está lleno de almas que no hemos podido sacar. Descubriré quien lo provoco y lo aniquilare. Nadie puede jugar con el rumbo de la muerte.

Tomó sus cosas y volvió a ocultar sus enormes alas. Agradeció con un leve gesto y se alejó, cruzando con prisa la puerta por la que había entrado.