MI pastel [Libre]

Estaba atardeciendo, las sombras se alargaban y el cielo se tornaba de los colores del infierno. La muchacha sonrió ante esta visión y se encamino hacia la siguiente tienda, había salido a dar un paseo con sus audífonos puestos, sin prestar atención a lo que pasaba a su alrededor.

Entró por la pequeña puerta, haciendo sonar la campanilla que colgaba sobre ésta, se acercó al mesón donde la dependienta de la tienda esperaba su pedido, pero ella no tenía prisa así que comenzó a mirar el mostrador de la tienda, poniéndose de rodillas para ver mejor ese enorme pastel de fresas que estaba hasta el final.

-Quiero ese pastel. –Murmuró quitándose los audífonos y señalando el suculento pastel.

-Lo siento señorita, ésta apartado… Pero tenemos otros. –Respondió la mujer apuntando los demás pasteles.

-¿Me oíste? Quiero ese pastel. –Repitió molesta, con la vena de su frente comenzando a aumentar.

-Lo siento, ese no se puede. –Dijo la mujer, alzando la voz.

-QUIERO ESE PUTO PASTEL. LO SACARAS DE AHÍ. LO ENVOLVERÁS EN UN LINDO PAQUETE Y LUEGO ME LO DARÁS. ¿BIEN? –Exclamo Sally perdiendo la paciencia.

-O-ok… L-le diré al jefe… -La mujer estaba sudando, asustada ante el temperamento de la chica.

-Gracias, volveré más tarde~
Sally salía de la tienda con el enorme pastel sobre sus brazos y una sonrisa en su rostro.

Caminó con una sonrisa amplia en el rostro, casi danzando al compás de los pasos ajenos que retumbaban con fuerza en las múltiples paredes del lugar. Se sentía pequeña, pero le gustaba esa altura para no llamar tanto la atención, y la efímera alegría de obtener al fin el pastel que había esperado durante un día le hacia estar despreocupada de todo aquello que normalmente la molestaría.
Cuando se acercaba a la pequeña tienda que desprendía un olor dulzón, observó a una linda chica que parecía tierna entrando allí. Queriendo evitar toparsela dentro, se detuvo hinchando las mejillas frente a los limpios vidrios que exhibían desde dentro algunos pasteles. No quería esperar, pero tampoco deseaba arruinar su tranquilidad al intentar, inevitablemente, saludarla y quizá, no obtener respuesta. Un griterío proveniente desde el interior le ahuyentó los pensamientos muy bruscamente y algo perdida en el tema, intentó integrarse sin dar a conocer su repentino interés. Se apegó levemente al vidrio y con un horrible sorprendimiento vio como la dependienta del local le guardaba SU pastel a la otra chica en un bonito paquete. La ira le subió por la espina dorsal y algo pasmada divisó a la alegre chica saliendo con lo que le pertenecía entre las manos.
Enfurecida, la siguió golpeando con fuerza los pies sobre el suelo y ya colérica chilló con fuerza.
- ¡Oye, señorita hermosa!- su voz de pronto tomaba un tono serio- Ese pastel es mío, manda a hacer uno para ti si lo quieres - la increpó sin despegarle la vista de la espalda- Además, te volverás una puta vaca gorda.
No tenía miedo. Había visto lo violenta que podía ser, pero no le tuvo mucho miedo, simplemente esperaba hacer algo con respecto al pastel que tanto había esperado.