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Dulce camino...
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Dulce camino...
La tarde caía apacible desde el cielo, casi queriendo aplastarla con los anaranjados tonos que incendiaban todo sobre las cabezas de las personas, que supuso, estaban en algún lugar ocultas de las criaturas nocturnas. Dio una gran zancada, se detuvo y dio otra, calculando un par de segundos por cada una que daba, haciéndolo parecer un juego, para que así se ahogara su repentino aburrimiento. Se detuvo y alzó la mirada, curiosa del pasar del tiempo, del viento y las nubes que hasta entonces, nunca se había dedicado a mirar con tantas ansias. Sonrió robando del lugar una gran bocanada de aire casi puro y devolvió la atención al camino, que hasta entonces parecía de lo más abandonado que había visto. Aburrida, cansada y anhelando sus caramelos que ya no estaban en sus bolsillos, volvió avanzar, sintiendo un arrepentimiento que hizo desaparecer con rapidez.
-¿En serio no hay nadie aquí?- chilló haciendo un puchero mientras fruncía el entrecejo. Suspiró enfadada cerrando los ojos.
Sin pensarlo mucho, relajo su cuerpo, agudizó sus sentidos y se echó a correr con la enorme rapidez que le proporcionaban sus largas piernas y su delgado cuerpo. Los zapatos de charol se estrellaban dulcemente con el suelo, creando un eco distante que al parecer solo oía ella, quien avanzaba sin detenerse ni abrir los ojos, aunque en el fondo temía estrellarse contra algún objeto que no hubiese divisado, pero más que nada solo intentaba perderse en el camino sin hechizos torpes, sintiéndose más humana que nunca, porque así sus caprichos lo querían y así la soledad se lo permitía.
-¿En serio no hay nadie aquí?- chilló haciendo un puchero mientras fruncía el entrecejo. Suspiró enfadada cerrando los ojos.
Sin pensarlo mucho, relajo su cuerpo, agudizó sus sentidos y se echó a correr con la enorme rapidez que le proporcionaban sus largas piernas y su delgado cuerpo. Los zapatos de charol se estrellaban dulcemente con el suelo, creando un eco distante que al parecer solo oía ella, quien avanzaba sin detenerse ni abrir los ojos, aunque en el fondo temía estrellarse contra algún objeto que no hubiese divisado, pero más que nada solo intentaba perderse en el camino sin hechizos torpes, sintiéndose más humana que nunca, porque así sus caprichos lo querían y así la soledad se lo permitía.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
Caminaba con una peculiar lentitud. Quizás, se debía al cansancio ocasionado por la noche anterior, el regresar a esta ciudad después de una agotadora noche de “caza” de almas no le era para nada grato. ¿Qué estaba pasando con la humanidad? Parecía que las posibilidades de vivir como uno les eran complicadas; atentados y guerras por todas partes y, le tocaba ir personalmente a la mayoría de aquellos lugares. No planeaba dejarle el trabajo a los Shinigamis, después de todo, muchas de esas criaturas no poseían criterio alguno para recolectar las almas, sin mencionar que aun se rehusaban a aceptar para quien trabajaban.
Escuchaba los gritos y llantos de todos aquellos que había muerto, debía acarrearlos a la ciudad antes de llevarlos ante su juicio final, luego, a su lugar de destino. Millones morían a diario y al menos el 80% de esos millones eran su trabajo. Una vez más pensó en los shinigamis, abundaban y aun así no eran de utilidad… ¿Para qué fueron creados?
Luego de un par de minutos de ese pesado andar, logró escuchar veloces pasos desde atrás. ¿Acaso otro incauto había sido capturado por el “encanto” de esta ciudad?
Nerviosa, con las manos entrecruzadas tras su espalda se volteo, girando sobre sus pies. Alzo un poco la mirada viendo a la responsable. Cada vez más cerca, una señorita que en cualquier momento podría chocar con algo. Pero… Nada podría decirle.
Dio un par de pasos hacia un lado, para no ser arrasada por el correr de la chica, una de las últimas cosas que quería en estos momentos era ser derribada por una desconocida.
Escuchaba los gritos y llantos de todos aquellos que había muerto, debía acarrearlos a la ciudad antes de llevarlos ante su juicio final, luego, a su lugar de destino. Millones morían a diario y al menos el 80% de esos millones eran su trabajo. Una vez más pensó en los shinigamis, abundaban y aun así no eran de utilidad… ¿Para qué fueron creados?
Luego de un par de minutos de ese pesado andar, logró escuchar veloces pasos desde atrás. ¿Acaso otro incauto había sido capturado por el “encanto” de esta ciudad?
Nerviosa, con las manos entrecruzadas tras su espalda se volteo, girando sobre sus pies. Alzo un poco la mirada viendo a la responsable. Cada vez más cerca, una señorita que en cualquier momento podría chocar con algo. Pero… Nada podría decirle.
Dio un par de pasos hacia un lado, para no ser arrasada por el correr de la chica, una de las últimas cosas que quería en estos momentos era ser derribada por una desconocida.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
El aire se le escapaba, y sentirse humana del todo ya no le parecía una opción. Detestaba sentirse débil, expuesta a todas esas calamidades que parecían solo ocurrirles a aquellos privados de tener alguna habilidad especial más que la de ser una molestia y morir con facilidad, lo que a veces le parecía algo tan maravilloso que no le importaba morir pareciendo un débil y estúpido humano. Intentó abrir los ojos, despacio, tratando de no recibir de golpe la imagen del lugar que se le había olvidado, pero antes de que pudiese hacer algo, sintió que una de sus piernas era atrapada por algo. Debido a la rapidez que llevaba, su cuerpo se fue a estrellar en un suspiro contra el suelo.
Consciente de que podía haber liberado un conjuro para detener la caída o algo similar, simplemente se dejó estar, presionando un poco más los párpados mientras buscaba, de una u otra manera, sentir el golpe inminente contra su delicada piel. Sus codos, incluyendo parte de los brazos y ambas rodillas recibieron el impacto de una manera casi brutal. Sintió su cuerpo estremecido por el dolor y sonrió un poco antes de echarse a llorar, sintiendo el repentino peso de muchas cosas sobre el cuerpo y los sentimientos que se desbordaban en un solo llanto no solo causado por el dolor físico.
Había otra presencia allí, parecencia que no deseaba buscar, pero le intimidaba un poco echarse a llorar sin más, sin saber quien o qué podía estar observándola. Limpió sus ojos y se miró las recientes heridas.
- No te creas que porque me ha ocurrido esto puedes atacarme o algo- amenazó sin buscar al otro ser, arrepintiéndose de dejar que su piel de muñequita se estropeara-A-además, lo he hecho por gusto -aclaró refunfuñando en tono infantil mientras las lágrimas aún afloraban de sus ojos, sintiéndose de pronto muy mínima y tonta.
Consciente de que podía haber liberado un conjuro para detener la caída o algo similar, simplemente se dejó estar, presionando un poco más los párpados mientras buscaba, de una u otra manera, sentir el golpe inminente contra su delicada piel. Sus codos, incluyendo parte de los brazos y ambas rodillas recibieron el impacto de una manera casi brutal. Sintió su cuerpo estremecido por el dolor y sonrió un poco antes de echarse a llorar, sintiendo el repentino peso de muchas cosas sobre el cuerpo y los sentimientos que se desbordaban en un solo llanto no solo causado por el dolor físico.
Había otra presencia allí, parecencia que no deseaba buscar, pero le intimidaba un poco echarse a llorar sin más, sin saber quien o qué podía estar observándola. Limpió sus ojos y se miró las recientes heridas.
- No te creas que porque me ha ocurrido esto puedes atacarme o algo- amenazó sin buscar al otro ser, arrepintiéndose de dejar que su piel de muñequita se estropeara-A-además, lo he hecho por gusto -aclaró refunfuñando en tono infantil mientras las lágrimas aún afloraban de sus ojos, sintiéndose de pronto muy mínima y tonta.
Gretel Heidegret- Brujo
- Mensajes : 23
Re: Dulce camino...
Alguien como ella, había nacido sin la necesidad de sentir compasión o algún tipo de piedad hacia otros, sin importar la raza ni la ocasión. Eso se debía al tipo de papel que cumplía desde siempre. ¿De qué serviría alguien que cede al llanto? Ella escucha de todo cada día, si sintiera que su corazón se contrajera cada vez que toma un alma, no habría durado un siglo cumpliendo su deber.
La escena que siguió la vio casi en cámara lenta como si de una película se tratara. Primero, estaba la chica corriendo a toda velocidad, luego tropezando, casi volando antes de aterrizar con desmesurada fuerza contra el piso, vio como se formaban las heridas en su cuerpo de muñeca, como se sentaba y luego de soltar una leve sonrisa [valla a saber uno por qué] cedía ante el llanto. Como el de cualquier infante al caer, al perderse o solo al despertar luego de alguna pesadilla.
Pensó que era algo común entre aquellos que son niños, entre aquellos que aun conservan humanidad, incluso ocultándola.
Luego, con un infundado orgullo, la vio limpiar sus lágrimas y ver sus heridas; y no solo eso, también escuchó la severa “advertencia” cosa algo extraña, pero ¿Quién era ella para juzgar ese tipo de acciones? Por instantes, le pareció que la chica actuaba como alguien que no quiere perder o que solo busca verse más fuerte ante las miradas. Llevó su diestra a uno de sus bolsillos, cogiendo un pañuelo color pastel con bordados de flores, cada uno hecho a mano.
Aun en contra de sus propios temores, se acercó con lentitud a la chica en el piso, deteniéndose a su lado sin soltar ruido alguno. Se inclinó un tanto y estiró, con algo de timidez, el pañuelo hacia la chica.
Incluso aunque su apariencia pudiera ser una mentira, incluso aunque su actitud sea solo una farsa. Los niños son pequeños “angelitos” a los cuales hay que cuidar; ella lo sabía, así como muchos otros, y lo llevaba a cabo, a su manera.
La escena que siguió la vio casi en cámara lenta como si de una película se tratara. Primero, estaba la chica corriendo a toda velocidad, luego tropezando, casi volando antes de aterrizar con desmesurada fuerza contra el piso, vio como se formaban las heridas en su cuerpo de muñeca, como se sentaba y luego de soltar una leve sonrisa [valla a saber uno por qué] cedía ante el llanto. Como el de cualquier infante al caer, al perderse o solo al despertar luego de alguna pesadilla.
Pensó que era algo común entre aquellos que son niños, entre aquellos que aun conservan humanidad, incluso ocultándola.
Luego, con un infundado orgullo, la vio limpiar sus lágrimas y ver sus heridas; y no solo eso, también escuchó la severa “advertencia” cosa algo extraña, pero ¿Quién era ella para juzgar ese tipo de acciones? Por instantes, le pareció que la chica actuaba como alguien que no quiere perder o que solo busca verse más fuerte ante las miradas. Llevó su diestra a uno de sus bolsillos, cogiendo un pañuelo color pastel con bordados de flores, cada uno hecho a mano.
Aun en contra de sus propios temores, se acercó con lentitud a la chica en el piso, deteniéndose a su lado sin soltar ruido alguno. Se inclinó un tanto y estiró, con algo de timidez, el pañuelo hacia la chica.
Incluso aunque su apariencia pudiera ser una mentira, incluso aunque su actitud sea solo una farsa. Los niños son pequeños “angelitos” a los cuales hay que cuidar; ella lo sabía, así como muchos otros, y lo llevaba a cabo, a su manera.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Casi agotada por el fuerte llanto que le fluía natural, sintió los pasos ajenos acercándose a su lado y solo no temió. Las bestias simplemente la hubieran devorado sin delatar nunca, ni de casualidad sus asquerosas y bien disimuladas zancadas apresuradas por el hambre o el deseo de llenarse la boca con carne putrefacta. Volvió a limpiar sus ojos, ignorando la sangre que fluía de sus heridas, como si el cuerpo le fuera algo efímero y carente de importancia. Levantó la vista y se encontró con una chica, quizá no mucho mayor que ella, quien le tendía casi avergonzada un pañuelo de lindos colores que le distrajeron del llanto unos breves segundos. ¿Una humana?, no. No lo era en absoluto. Su aura era distinta, no tenía el aspecto tosco y miserable de las criaturas bajas que nada podían hacer por ellos mismos. Sintió curiosidad por saber con quien trataba, pero no estuvo dispuesta aún a dirigirle la palabra.
En vez de aceptar el pañuelo, quiso negarse a recibirlo, primero, por orgullo, luego, porque temía ensuciar sus dulces colores con sus lágrimas o bien, con la sangre que derramaba aún. Con una mal simulada sonrisa, le estrechó la muñeca para sacudirla a modo de saludo.
-No recibiré el pañuelo, gracias- gimoteó un poco antes de decidir que necesitaba curar esas heridas y calmar los mares que se derramaban de ella con un pequeño, pero práctico hechizo que susurró en voz baja y a una velocidad sorprendente. En un santiamén, su heridas se habían esfumado con el viento y se ponía de pie sin soltar la mano ajena- Mi nombre es Gretel, ¿y el tuyo? - consultó dando un leve suspiro, con la intención de no parecer descortés y al menos no dar una impresión estúpida de ella misma regalándole a la otra chica una dulce sonrisa.
En vez de aceptar el pañuelo, quiso negarse a recibirlo, primero, por orgullo, luego, porque temía ensuciar sus dulces colores con sus lágrimas o bien, con la sangre que derramaba aún. Con una mal simulada sonrisa, le estrechó la muñeca para sacudirla a modo de saludo.
-No recibiré el pañuelo, gracias- gimoteó un poco antes de decidir que necesitaba curar esas heridas y calmar los mares que se derramaban de ella con un pequeño, pero práctico hechizo que susurró en voz baja y a una velocidad sorprendente. En un santiamén, su heridas se habían esfumado con el viento y se ponía de pie sin soltar la mano ajena- Mi nombre es Gretel, ¿y el tuyo? - consultó dando un leve suspiro, con la intención de no parecer descortés y al menos no dar una impresión estúpida de ella misma regalándole a la otra chica una dulce sonrisa.
Gretel Heidegret- Brujo
- Mensajes : 23
Re: Dulce camino...
Observaba con cautela los movimientos de la más pequeña, casi sin despegar su mirada tímida de ella. No pudo evitar mostrar sorpresa en su pálido rostro, la pequeña hechicera se las había arreglado para curar sus heridas, además de despreciar el pañuelo que le había extendido. Pero comprendía, muchos seres reaccionaban de esa manera al verse casi indefensos.
Cuando sintió la pequeña mano estrecharse contra la propia, poca fuerza ejerció. Diferentes razones, entre ellas, no estaba acostumbrada a ningún tipo de contacto físico, mucho menos el apretón que todos solían hacer al saludar o presentarse. Pues, en muchas ocasiones había visto como seres de distintas razas le daban uso, incluso para felicitarse.
Asintió con cautela, recibiendo el mensaje de la chica, pero por desgracia, no tenía las posibilidades de responder de la misma manera. Rápidamente solo la mano de la más pequeña y comenzó a buscar en su bolso, saco una pequeña agenda con lindas estampas de conejitos de colores, tomó un lápiz que en la punta poseía un pequeño osito y comenzó a escribir.
“Mi nombre es Azrael, es un placer, pequeña Gretel”
Alzó lo escrito, enseñándoselo a la contraria. Sonrió de manera forzada mientras su cuerpo comenzaba a temblar levemente. La última vez que se encontró con una mujer y le toco escribir, ella no dejó de gritarle e insultarla, tratándola como si fuera un monstruo al no poder hablar.
Cuando sintió la pequeña mano estrecharse contra la propia, poca fuerza ejerció. Diferentes razones, entre ellas, no estaba acostumbrada a ningún tipo de contacto físico, mucho menos el apretón que todos solían hacer al saludar o presentarse. Pues, en muchas ocasiones había visto como seres de distintas razas le daban uso, incluso para felicitarse.
Asintió con cautela, recibiendo el mensaje de la chica, pero por desgracia, no tenía las posibilidades de responder de la misma manera. Rápidamente solo la mano de la más pequeña y comenzó a buscar en su bolso, saco una pequeña agenda con lindas estampas de conejitos de colores, tomó un lápiz que en la punta poseía un pequeño osito y comenzó a escribir.
“Mi nombre es Azrael, es un placer, pequeña Gretel”
Alzó lo escrito, enseñándoselo a la contraria. Sonrió de manera forzada mientras su cuerpo comenzaba a temblar levemente. La última vez que se encontró con una mujer y le toco escribir, ella no dejó de gritarle e insultarla, tratándola como si fuera un monstruo al no poder hablar.
Azrael- Arcángel
- Mensajes : 34
Re: Dulce camino...
Al principio pensó que la chica era descortés y estuvo a punto de insultarla con todas las palabras que se le venían a la cabeza por haberle soltado descaradamente la mano sin estrecharla de igual manera o responderle, pero al verla rebuscar en el bolso, ahogó todos los malos pensamientos y esperó pacientemente con una curiosidad latente a ver que estaba buscando. Las estampas de conejitos le hicieron brillar los ojos, y siguió con la mirada las delicadas manos de la chica mientras sostenía el lápiz y escribía casi a la perfección. De pronto, aquellas palabras escritas con una hermosa y sutil caligrafía le fueron mostrados casi con nerviosismo. Gretel, no comprendió del todo por qué lo escribía, pero no le molestaba, de hecho creyó que era un gesto bastante tierno, así que se le acercó un poco para darle dos leves palmaditas sobre la cabeza.
- Tiene un lindo nombre, pero no soy pequeña- comentó con una sonrisa, debido a que realmente le molestaba no ser mayor - ¿No puedes hablar?, ¿estas enferma? -consultó alejándose un poco esta vez para darle espacio a la chica por si esta deseara responderle de la misma manera en que lo había hecho antes. - Podría devolverte la voz- dijo sin pensarlo mucho, tratando de rememorar algun hechizo que se lo permitiera, pero se arrepintió un poco de ofrecerlo- Aunque si lo hago, perderás esa hermosa caligrafía y en verdad esa no es la idea.
Sintió que sus palabras se quedaban flotando sobre el aire, mientras se perdía repasando las facciones de la chica que se encontraba frente a ella.
- Tiene un lindo nombre, pero no soy pequeña- comentó con una sonrisa, debido a que realmente le molestaba no ser mayor - ¿No puedes hablar?, ¿estas enferma? -consultó alejándose un poco esta vez para darle espacio a la chica por si esta deseara responderle de la misma manera en que lo había hecho antes. - Podría devolverte la voz- dijo sin pensarlo mucho, tratando de rememorar algun hechizo que se lo permitiera, pero se arrepintió un poco de ofrecerlo- Aunque si lo hago, perderás esa hermosa caligrafía y en verdad esa no es la idea.
Sintió que sus palabras se quedaban flotando sobre el aire, mientras se perdía repasando las facciones de la chica que se encontraba frente a ella.
Gretel Heidegret- Brujo
- Mensajes : 23
Re: Dulce camino...
Negó repetitivamente al escuchar a la chica y al verla alejarse volvió a escribir. Incluso le pareció dulce que la chica le propusiera ayuda, pero era más complejo que un resfriado o no poseer timbre de voz. Ella lo tenía, claro, solía usarlo mucho cuando sus enormes alas se mostraban, pero por el momento no había huella alguna. Ni al reír, ni al llorar, no salía ningún sonido de sus labios, nunca. Y se debía al defecto propio de su existencia, al lado aterrado y asustadizo que con solo pensar en su deber comienza a temblar. En estos momentos ella era la viva representación de su propio inconsciente ser; que solo se mostraba en la tierra, olvidando tanto y temiendo a mucho mas. Porque… todos, incluso los seres celestiales, tienen lados que quieren ocultar que de una u otra forma aparecen, dejando a la vista que todos podemos ser más débiles de lo que imaginamos.
“Yo… no puedo hablar por otro tipo de problemas y aunque agradezco la ayuda que me ofreces, debo negarme a aceptar”
Algo la pequeña agenda, dándole el tiempo suficiente para leerlo, para continuar con su tranquila escritura. El osito del lápiz, movía los brazos y pies de un lado a otro mientras ella formulaba palabras en el papel.
“Es algo más complicado que un defecto de nacimiento, pero de cualquier manera, muchas gracias.”
Sonrió con suavidad, queriendo mostrar con eso su gratitud. Su contacto con otros seres era realmente escaso, al menos fuera de sus asuntos laborales. No hablaba con nadie a quien no le fuera a arrebatar el alma. Y si lo hacía, era con quienes se quedarían las almas recolectadas.
“Yo… no puedo hablar por otro tipo de problemas y aunque agradezco la ayuda que me ofreces, debo negarme a aceptar”
Algo la pequeña agenda, dándole el tiempo suficiente para leerlo, para continuar con su tranquila escritura. El osito del lápiz, movía los brazos y pies de un lado a otro mientras ella formulaba palabras en el papel.
“Es algo más complicado que un defecto de nacimiento, pero de cualquier manera, muchas gracias.”
Sonrió con suavidad, queriendo mostrar con eso su gratitud. Su contacto con otros seres era realmente escaso, al menos fuera de sus asuntos laborales. No hablaba con nadie a quien no le fuera a arrebatar el alma. Y si lo hacía, era con quienes se quedarían las almas recolectadas.
Azrael- Arcángel
- Mensajes : 34
Re: Dulce camino...
Sus ojos se deslizaban torpemente por las bien dibujadas letras, casi sin poder digerirlas del todo creyendo que serían retiradas con rapidez, pero agradecía internamente que la chica mantuviera un buen rato las palabras frente a sus ojos porque así entendía completamente aquella caligrafía a la que sinceramente sus ojos no estaban acostumbrados, debido a que la mayoría de los libros de hechizos en los que solía sumirse, poseían una caligrafía de otros mundos con trazos casi grotescos y borrosos.
Torció el gesto infantilmente porque la niña se había negado a recibir su ayuda, cosa que nunca ofrecía, más que nada por temor a que la vieran como un raro ser que debía ser temido, lo que ocultaba tras una faceta sarcástica tapizada completamente de una maldad sádica, que era muy contrario a su "yo" real.
- Puedo devolverte la voz aunque esta no exista en ningún lugar del mundo-aseguró sin llegar a jactarse de esto, ladeando la cabeza con una expresión perdida- Pero si no quieres, pues lo respeto- susurró desviando la mirada, sintiéndose demasiado gentil.¿Gentil? ella no lo era, pero extrañamente estaba actuando así, o al menos lo creía.
Delineando sus labios con la lengua quiso averiguar qué era aquella chica. Supo que no podía preguntarlo, ya que la mayoría de las criaturas no respondían con facilidad o simplemente se marchaban aborreciendo la pregunta, así que consultó lo primero que se le pasó por la mente, sintiendo el olor de la muerte que se ocultaba perfectamente en el ambiente.
-¿Robas almas? -su expresión no era nada en particular. Simplemente tenía curiosidad y de alguna u otra manera deseaba que la conversación no acabara allí.- Bueno, eso fue demasiado, perdón- se excusó comprendiendo que no podía hacer tales consultas a alguien a quien recién conocía, y que por lo demás, si la respuesta era sí, podría arrebatarle en un santiamén la única cosa que tenía en su interior que parecía valioso- ¿Vas a algún lado? si es así, me gustaría saber si puedo seguirte. no seré una molestia para ti... creo, los "niños" siempre son una molestia, de todas formas- susurró rememorando una frase que siempre se le venía a la cabeza, esperando una respuesta mientras el viento seguía sin detenerse al horizonte.
Torció el gesto infantilmente porque la niña se había negado a recibir su ayuda, cosa que nunca ofrecía, más que nada por temor a que la vieran como un raro ser que debía ser temido, lo que ocultaba tras una faceta sarcástica tapizada completamente de una maldad sádica, que era muy contrario a su "yo" real.
- Puedo devolverte la voz aunque esta no exista en ningún lugar del mundo-aseguró sin llegar a jactarse de esto, ladeando la cabeza con una expresión perdida- Pero si no quieres, pues lo respeto- susurró desviando la mirada, sintiéndose demasiado gentil.¿Gentil? ella no lo era, pero extrañamente estaba actuando así, o al menos lo creía.
Delineando sus labios con la lengua quiso averiguar qué era aquella chica. Supo que no podía preguntarlo, ya que la mayoría de las criaturas no respondían con facilidad o simplemente se marchaban aborreciendo la pregunta, así que consultó lo primero que se le pasó por la mente, sintiendo el olor de la muerte que se ocultaba perfectamente en el ambiente.
-¿Robas almas? -su expresión no era nada en particular. Simplemente tenía curiosidad y de alguna u otra manera deseaba que la conversación no acabara allí.- Bueno, eso fue demasiado, perdón- se excusó comprendiendo que no podía hacer tales consultas a alguien a quien recién conocía, y que por lo demás, si la respuesta era sí, podría arrebatarle en un santiamén la única cosa que tenía en su interior que parecía valioso- ¿Vas a algún lado? si es así, me gustaría saber si puedo seguirte. no seré una molestia para ti... creo, los "niños" siempre son una molestia, de todas formas- susurró rememorando una frase que siempre se le venía a la cabeza, esperando una respuesta mientras el viento seguía sin detenerse al horizonte.
Gretel Heidegret- Brujo
- Mensajes : 23
Re: Dulce camino...
“Espero que la negativa no sonara descortés, yo poseo mi voz, es solo que en estos momentos no puedo darle uso. Además, no podría estar tranquila siendo un problema para alguien.”
Había escrito con algo de rapidez, sin perder el estilo y redondeado que poseía su letra. Sonreía con suavidad y de manera nerviosa, realmente no quería que se tomara como un desprecio, después de todo, no hacía falta ayuda en ese sentido. Era parte de su castigo por el solo hecho de nacer, porque, incluso cumpliendo con su deber, ella era una pecadora, que cada día pagaba para poder continuar al lado de su señor.
Una vez más, bajó su cuadernillo mirando a la chica, con esos orbes casi apagados que poseía. Escuchó su último comentario y se sorprendió, sabía perfectamente que olía a muerte, no importaba que hiciera, no se podía deshacer de ese olor, pero… el contacto que tenia con las almas eran pocos los que lo descifraban de buenas a primeras, y en estos momentos, la pequeña en el piso, frente a ella, era una niña. ¿Frente a qué tipo de niña estaba?
Volvió la mirada a su cuaderno, deteniéndose a pensar un poco. Realmente… ¿Se le podía llamar robo al tipo de trabajo que tenia?
“No es un robo, al menos, no de esa manera tan literal. Yo, tomo las almas que deben partir de este mundo y las guio a su siguiente lugar de descanso. Nada es hecho al azar o porque se me antoje de esa manera, todo va según las reglas. Y, tranquila, no ha sido demasiado, aunque me sorprende que pudieses ser tan exacta.”
Al levantar el cuadernillo, tenía una sonrisa algo torpe y había ladeado un par de grados el rostro, sintiéndose tan lenta. Le dejó un buen tiempo alzando antes de dejarlo sobre su regazo, no había calculado si leía o no muy rápido la contraria, pero prefería dejar que se tomara su tiempo; al fin y al cabo, se estaba tomando la molestia de leer lo que ella le quería comunicar en esos momentos.
Volvió a redactar una respuesta ante la petición y comentario de la menos, sintiendo la suave brisa nocturna acariciar sus cabellos, jugando con ellos.
“Me dirigía de regreso a aquella ciudad y no será una molestia tenerte de compañera en el camino, me excuso por adelantado, después de todo, no podre brindar una amena conversación para pasar los minutos de una forma más placentera.”
Al terminar, se lo enseño a la chica y al paso de unos minutos se puso de pie, sacudió sus prendas con delicadeza y estiro su diestra hacia la menor, ofreciéndole, una quizás innecesaria, ayuda. Hoy, estaba saliendo de lo normal y no le era para nada molesto.
Había escrito con algo de rapidez, sin perder el estilo y redondeado que poseía su letra. Sonreía con suavidad y de manera nerviosa, realmente no quería que se tomara como un desprecio, después de todo, no hacía falta ayuda en ese sentido. Era parte de su castigo por el solo hecho de nacer, porque, incluso cumpliendo con su deber, ella era una pecadora, que cada día pagaba para poder continuar al lado de su señor.
Una vez más, bajó su cuadernillo mirando a la chica, con esos orbes casi apagados que poseía. Escuchó su último comentario y se sorprendió, sabía perfectamente que olía a muerte, no importaba que hiciera, no se podía deshacer de ese olor, pero… el contacto que tenia con las almas eran pocos los que lo descifraban de buenas a primeras, y en estos momentos, la pequeña en el piso, frente a ella, era una niña. ¿Frente a qué tipo de niña estaba?
Volvió la mirada a su cuaderno, deteniéndose a pensar un poco. Realmente… ¿Se le podía llamar robo al tipo de trabajo que tenia?
“No es un robo, al menos, no de esa manera tan literal. Yo, tomo las almas que deben partir de este mundo y las guio a su siguiente lugar de descanso. Nada es hecho al azar o porque se me antoje de esa manera, todo va según las reglas. Y, tranquila, no ha sido demasiado, aunque me sorprende que pudieses ser tan exacta.”
Al levantar el cuadernillo, tenía una sonrisa algo torpe y había ladeado un par de grados el rostro, sintiéndose tan lenta. Le dejó un buen tiempo alzando antes de dejarlo sobre su regazo, no había calculado si leía o no muy rápido la contraria, pero prefería dejar que se tomara su tiempo; al fin y al cabo, se estaba tomando la molestia de leer lo que ella le quería comunicar en esos momentos.
Volvió a redactar una respuesta ante la petición y comentario de la menos, sintiendo la suave brisa nocturna acariciar sus cabellos, jugando con ellos.
“Me dirigía de regreso a aquella ciudad y no será una molestia tenerte de compañera en el camino, me excuso por adelantado, después de todo, no podre brindar una amena conversación para pasar los minutos de una forma más placentera.”
Al terminar, se lo enseño a la chica y al paso de unos minutos se puso de pie, sacudió sus prendas con delicadeza y estiro su diestra hacia la menor, ofreciéndole, una quizás innecesaria, ayuda. Hoy, estaba saliendo de lo normal y no le era para nada molesto.
Azrael- Arcángel
- Mensajes : 34
Re: Dulce camino...
La aclaración le sonó desconocida. Lo que sabía no se basaba en lo mundano, pero tampoco tenía muchos conocimientos sobre aquellos seres que se relacionaban con la muerte, las almas y la olorosa sangre que parecía impregnarse horriblemente sobre las criaturas. Sonrió intentando hacer que su rostro no se viese tan dubitativo.
Con los ojos le recorría sigilosamente el rostro, buscando sus desconocidas facciones y tratando de descifrar esas sonrisitas frágiles que esbozaba la chica, como si fuera alguna muñeca de porcelana que cobraba vida.Tuvo la tentación de tocarle el cabello que ardía como fuego, pero se retuvo pensando que quizá eso fuera extraño o desagradable para la niña. Con melancolía recorrió el cabello propio con sus frágiles dedos, delineándolo casi desde la base hasta las lejanas puntas que se mantenían perfectamente sin partirse. Creyó que las niñas "bonitas" debían verse como aquella, que a pesar de no hablar, lograba ser muy expresiva y tierna. La vio volver a sumirse sobre su cuaderno de notas, y como si fuera costumbre, aguardó la respuesta con paciencia.
-Oh! eso debe ser genial - susurró con emoción al terminar de leer lo que se le mostraba en la hoja. No quiso profundizar en su casi "talento natural" para descubrir las cosas ocultas de todo tipo de seres, porque se sumió más pensando en el trabajo de la chica, que no parecía hecha para aquello.
El que Azrael aceptara su propuesta la hizo súbitamente feliz. Un rubor casi imperceptible le recorrió el rostro, quizá porque nunca había hablado tan tranquilamente con alguien. Sin moverse, la vio levantarse y ofrecerle la mano. Sin dudar mucho, aceptó la ayuda, levantándose delicadamente, sacudiendo su corto vestido que ondulaba acoplado con el viento. Esbozó una sonrisa un tanto más grande que las demás y se dispuso a seguir a la chica.
- Si puedes seguir escribiendo, por mi no hay problema - comentó sacudiendo su largo cabello- Por cierto, pareces una muñeca- agregó sin malas intenciones, pero sin mirarla directamente.
Con los ojos le recorría sigilosamente el rostro, buscando sus desconocidas facciones y tratando de descifrar esas sonrisitas frágiles que esbozaba la chica, como si fuera alguna muñeca de porcelana que cobraba vida.Tuvo la tentación de tocarle el cabello que ardía como fuego, pero se retuvo pensando que quizá eso fuera extraño o desagradable para la niña. Con melancolía recorrió el cabello propio con sus frágiles dedos, delineándolo casi desde la base hasta las lejanas puntas que se mantenían perfectamente sin partirse. Creyó que las niñas "bonitas" debían verse como aquella, que a pesar de no hablar, lograba ser muy expresiva y tierna. La vio volver a sumirse sobre su cuaderno de notas, y como si fuera costumbre, aguardó la respuesta con paciencia.
-Oh! eso debe ser genial - susurró con emoción al terminar de leer lo que se le mostraba en la hoja. No quiso profundizar en su casi "talento natural" para descubrir las cosas ocultas de todo tipo de seres, porque se sumió más pensando en el trabajo de la chica, que no parecía hecha para aquello.
El que Azrael aceptara su propuesta la hizo súbitamente feliz. Un rubor casi imperceptible le recorrió el rostro, quizá porque nunca había hablado tan tranquilamente con alguien. Sin moverse, la vio levantarse y ofrecerle la mano. Sin dudar mucho, aceptó la ayuda, levantándose delicadamente, sacudiendo su corto vestido que ondulaba acoplado con el viento. Esbozó una sonrisa un tanto más grande que las demás y se dispuso a seguir a la chica.
- Si puedes seguir escribiendo, por mi no hay problema - comentó sacudiendo su largo cabello- Por cierto, pareces una muñeca- agregó sin malas intenciones, pero sin mirarla directamente.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
Asintió manteniendo la misma sonrisa tranquila, algo que nunca espero tener, era compañía que aun estuviera viva. Ni siquiera solía tener conversaciones con quienes eran sus hermanos. Miguel, solo le daba instrucciones cortas y se retiraba con rapidez, mientras que Gabriel era casi invisible para ella, tenia suerte si lograba dar con su paradero. Rafael, Ariel y muchos otros; con ellos no había contacto, con suerte se habían visto, todos tenían algo importante que hacer.
Al escuchar el último comentario sus ojos se abrieron mucho más de lo normal y la sangre subió con prisa acumulándose en su rostro. Sus mejillas y hasta las orejas se habían encendido cual carmesí. Un… un cumplido. Jamás había recibido uno y no tenía idea de cómo reaccionar. Además que este lado tímido suyo había quedado casi impactado. Tomó con rapidez su cuadernillo y bajo la mirada hacia este, escribiendo de manera veloz.
“¡Gracias!”
Casi puso el cuadernillo en la cara de la chica para que pudiera leerlo. Sonreía de una manera mucho más amplia en comparación a sonrisas anteriores. Pensó en que era la primera vez que se topaba con alguien que no la insultaba por su problema, con alguien con quien, de alguna rara manera, podía mantener una tranquila “conversación” y no solo eso, esta chica, sería la primera compañía en tanto tiempo. Si cerraba los ojos, hasta podía escuchar su corazón palpitar.
“Disculpa que luzca indiscreta pero… ¿Qué edad tienes, Gretel?”
Dicen, que la curiosidad mató al gato. Asimismo, se dicen muchas cosas y cuando se tiene oportunidades se toman. Prefirió hacer aquella pregunta antes de que se separaran y se fuera sin saber más que el nombre de aquella agraciada jovencita.
Llevaría en la mano, tanto su cuadernito como su lápiz, quizás tendría la oportunidad de usarlo en varias ocasiones durante el camino que restaba hasta la ciudad. Con una sonrisa ligera y mucho más relajada comenzó su tranquilo andar, así como en un comienzo no tenía prisa por llegar.
Al escuchar el último comentario sus ojos se abrieron mucho más de lo normal y la sangre subió con prisa acumulándose en su rostro. Sus mejillas y hasta las orejas se habían encendido cual carmesí. Un… un cumplido. Jamás había recibido uno y no tenía idea de cómo reaccionar. Además que este lado tímido suyo había quedado casi impactado. Tomó con rapidez su cuadernillo y bajo la mirada hacia este, escribiendo de manera veloz.
“¡Gracias!”
Casi puso el cuadernillo en la cara de la chica para que pudiera leerlo. Sonreía de una manera mucho más amplia en comparación a sonrisas anteriores. Pensó en que era la primera vez que se topaba con alguien que no la insultaba por su problema, con alguien con quien, de alguna rara manera, podía mantener una tranquila “conversación” y no solo eso, esta chica, sería la primera compañía en tanto tiempo. Si cerraba los ojos, hasta podía escuchar su corazón palpitar.
“Disculpa que luzca indiscreta pero… ¿Qué edad tienes, Gretel?”
Dicen, que la curiosidad mató al gato. Asimismo, se dicen muchas cosas y cuando se tiene oportunidades se toman. Prefirió hacer aquella pregunta antes de que se separaran y se fuera sin saber más que el nombre de aquella agraciada jovencita.
Llevaría en la mano, tanto su cuadernito como su lápiz, quizás tendría la oportunidad de usarlo en varias ocasiones durante el camino que restaba hasta la ciudad. Con una sonrisa ligera y mucho más relajada comenzó su tranquilo andar, así como en un comienzo no tenía prisa por llegar.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Con un sorprendimiento que disimuló perfectamente la vio reaccionar de manera casi infantil. Sonrió para si misma algo aturdida por no comprender del todo la reacción de la muchacha, pero se sentía un poco más optimista que de costumbre, como si las reacciones de la chica le calmaran los sentimientos y la soledad que la acompañaba serena y latente, se esfumara unos largos e incontables segundos de su lado, opacada por la sonrisa propia que brotaba sin sorna, sin malas intenciones, casi limpia como la inocencia que de alguna manera se le albergaba en lo más profundo de su atormentada alma. Cerró los ojos con la sonrisa aún marcada sobre los labios y se sobresalto un poco al ver aquellas letras tan cerca de su rostro. Enrojeció levemente cuando notó que aquello se debía a su comentario y se arrepintió de hacer que la chica se sintiera así, pero le agradó la idea de que no fuera detestado. Suspiró aliviada al ver la sonrisa ajena y se dispuso a seguir caminando a paso lento, pero antes de que lo hiciera, una pregunta la invadió. Hinchó las mejillas y su rostro se volvió rojo en un segundo. Desvió la vista y cruzó los brazos.
-No tienes por qué saberlo y aunque no lo parezca. soy muy mayor - comentó sin mayor madurez, sintiendo que la personalidad molesta le afloraba por la pregunta que solía incomodarla y que por lo demás, no podía negarse a responderle a ella, que parecía tener el poder de hacerle confesar aquello- T-tengo 16- susurró sabiendo que la mentira no era convincente. Dejó caer los brazos y soltó un fuerte suspiro casi infantil - En verdad, tengo 13, pero no soy una niña!, yo...puedo además transformarme y ser mayor sin problemas- comentó derrotada con un rubor cubriéndole hasta las orejas - ¿Tú cuantos años tienes? tampoco te ves muy mayor que digamos- consultó haciendo un leve puchero mientras se acariciaba nuevamente el cabello.- si no parecieras muñequita, te hubiese golpeado- susurró al viento sin mayor ánimos de molestar o iniciar una pelea con Azrael, si no más bien era una frase para ocultar la vergüenza que le causaba su corta edad por lo que siempre era menospreciada o tomada como idiota.
-No tienes por qué saberlo y aunque no lo parezca. soy muy mayor - comentó sin mayor madurez, sintiendo que la personalidad molesta le afloraba por la pregunta que solía incomodarla y que por lo demás, no podía negarse a responderle a ella, que parecía tener el poder de hacerle confesar aquello- T-tengo 16- susurró sabiendo que la mentira no era convincente. Dejó caer los brazos y soltó un fuerte suspiro casi infantil - En verdad, tengo 13, pero no soy una niña!, yo...puedo además transformarme y ser mayor sin problemas- comentó derrotada con un rubor cubriéndole hasta las orejas - ¿Tú cuantos años tienes? tampoco te ves muy mayor que digamos- consultó haciendo un leve puchero mientras se acariciaba nuevamente el cabello.- si no parecieras muñequita, te hubiese golpeado- susurró al viento sin mayor ánimos de molestar o iniciar una pelea con Azrael, si no más bien era una frase para ocultar la vergüenza que le causaba su corta edad por lo que siempre era menospreciada o tomada como idiota.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
“Lamento haber sido tan indiscreta con aquella pregunta”
Cada vez que escribía, su paso era un poco más lento que normalmente, esto para concentrarse en la escritura y en la misma caligrafía, después de todo un contenido no tendría sentido si algo tan simple como la letra no es legible.
“Me parece que estas en una buena edad. A estas alturas comprendes lo que es dejar de ser una niña y el paso a mujer. Al menos, las mujeres siempre repiten eso a sus hijas. Eso he podido ver.”
Sabía que era una niña. Incluso el solo preguntar llego a parecerle una estupidez, era cosa de mirarla con aquellos ojos tan especiales como los que tenia. Podía saber todo de la niña en un solo vistazo, incluso, podía oler si la muerte estaba cerca o no. Pero, todas esas cosas lucen aterradoras y suelen causar revuelvo entre los vivos, no cualquiera se encuentra con el mismo ángel de la muerte. Aun así, el comentar mas allá era fanfarronear sin mencionar que podría espantarla un poco, cosa que no quería, no por el momento, no ahora, que por fin se sentía cómoda con alguien vivo tan cerca.
“¿Mi edad?”
Alzó el papel, pensándolo. Desde su llegada era la segunda persona en hacer tal pregunta y no podría dar una respuesta muy diferente, ya que había perdido el cálculo hace demasiado tiempo. Tenía suerte si había llegado a contar una centena.
“Realmente, no lo sé. Yo le perdí la cuenta hace un tiempo. Aunque, para esta ciudad tengo diecisiete años, de acuerdo a mi físico.”
Si algo sabía, era que su respuesta no solo no era clara, también abría paso a otras dudas a las que quizás se negaría a responder. Hay muchas cosas que no se pueden hablar de buenas a primeras, aunque tampoco creía que tenía mucho para ocultar.
Entre sus órdenes no había ninguna que indicara que su status debía ser un secreto. Tampoco poseía grandes obligaciones para con el resto de los seres vivientes. Por eso, cuando sus alas eran completamente visibles, pasaba del resto, dedicándose meramente al trabajo.
Cada vez que escribía, su paso era un poco más lento que normalmente, esto para concentrarse en la escritura y en la misma caligrafía, después de todo un contenido no tendría sentido si algo tan simple como la letra no es legible.
“Me parece que estas en una buena edad. A estas alturas comprendes lo que es dejar de ser una niña y el paso a mujer. Al menos, las mujeres siempre repiten eso a sus hijas. Eso he podido ver.”
Sabía que era una niña. Incluso el solo preguntar llego a parecerle una estupidez, era cosa de mirarla con aquellos ojos tan especiales como los que tenia. Podía saber todo de la niña en un solo vistazo, incluso, podía oler si la muerte estaba cerca o no. Pero, todas esas cosas lucen aterradoras y suelen causar revuelvo entre los vivos, no cualquiera se encuentra con el mismo ángel de la muerte. Aun así, el comentar mas allá era fanfarronear sin mencionar que podría espantarla un poco, cosa que no quería, no por el momento, no ahora, que por fin se sentía cómoda con alguien vivo tan cerca.
“¿Mi edad?”
Alzó el papel, pensándolo. Desde su llegada era la segunda persona en hacer tal pregunta y no podría dar una respuesta muy diferente, ya que había perdido el cálculo hace demasiado tiempo. Tenía suerte si había llegado a contar una centena.
“Realmente, no lo sé. Yo le perdí la cuenta hace un tiempo. Aunque, para esta ciudad tengo diecisiete años, de acuerdo a mi físico.”
Si algo sabía, era que su respuesta no solo no era clara, también abría paso a otras dudas a las que quizás se negaría a responder. Hay muchas cosas que no se pueden hablar de buenas a primeras, aunque tampoco creía que tenía mucho para ocultar.
Entre sus órdenes no había ninguna que indicara que su status debía ser un secreto. Tampoco poseía grandes obligaciones para con el resto de los seres vivientes. Por eso, cuando sus alas eran completamente visibles, pasaba del resto, dedicándose meramente al trabajo.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Leyó el papel con cuidado y se sintió culpable de ser tan molesta. Negó con la cabeza tratando de indicarle que solo era culpa de ella misma por actuar de esa manera. Realmente no importaba la edad, no importaba para ningún tipo de situaciones en las que ella pudiera involucrarse por sus características de hechicera o los mundos con los que solía relacionarse de una u otra manera en realidad no importaba, solo parecía una molestia personal ser juzgada por aquellos seres que ignoraban completamente sus sorprendentes facultades y sus perfectos hechizos con los que había ganado una muda reputación intachable en el mundillo de los brujos que hasta ella desconocía, debido a su corta edad, así que tan solo le molestaba que la juzgaran, nada más que eso.
El comentario que leyó ya acostumbrada a la letra le hizo ladear la cabeza. No tenía madre, y la señora que la cuidó jamás le mencionó algo sobre edades especiales o su transformación en una mujer, cosa que de alguna manera esperaba, pero que aborrecía debido a su poca costumbre a tratar con ellas y los malos hábitos que les había conocido en sus años de vagar por las ciudades. No pensaba que las mujeres fueran malas, claro, al menos no solo ellas, si no que también los hombres, los vampiros, los demonios y hasta los propio ángeles a quienes había visto realizar actos tan pecaminosos que ni ella misma podría haber realizado. De alguna manera le gustaba la inocencia que aún mantenía su cuerpo y su alma infantil, como si los retuviera por miedo a perderlos. No tenía ni el más mínimo apuro de crecer en verdad, con los hechizos le bastaba para jugar a ser mayor. Estuvo a punto de soltar un comentario, pero la caligrafía ajena volvió a alzarse y tuvo que retener las palabras. La explicación que le dio respecto su edad solo le abrió más el apetito de consultarle cosas, así que ignorando un poco el incomodarla, le sonrió levemente, tratando de seguir su andar lento, lo que se le hacia un poco difícil por sus largas piernas y la costumbre a casi volar como el viento.
- ¿Tú ya eres una mujer entonces?, me gustaría saber lo que se siente ya no ser una niña- comentó golpeando levemente sus brillantes zapatos contra el suelo- Y~ has vivido muchos años entonces, debes ser algo como... como...-dudó mientras hablaba, conociendo a medias la existencia de alas en la chica, cosa que de alguna manera lograba saber- Los vampiros no tiene alas- sentenció sin mirarla, estirando con debilidad sus piernas para dibujar sus pasos en el ambiente. No tenía intenciones de quedarse con dudas, mucho menos deseaba acabar la conversación por su descortesía, así que su voz sonaba dulce y bien intencionada para o provocar enojos en Azrael.
El comentario que leyó ya acostumbrada a la letra le hizo ladear la cabeza. No tenía madre, y la señora que la cuidó jamás le mencionó algo sobre edades especiales o su transformación en una mujer, cosa que de alguna manera esperaba, pero que aborrecía debido a su poca costumbre a tratar con ellas y los malos hábitos que les había conocido en sus años de vagar por las ciudades. No pensaba que las mujeres fueran malas, claro, al menos no solo ellas, si no que también los hombres, los vampiros, los demonios y hasta los propio ángeles a quienes había visto realizar actos tan pecaminosos que ni ella misma podría haber realizado. De alguna manera le gustaba la inocencia que aún mantenía su cuerpo y su alma infantil, como si los retuviera por miedo a perderlos. No tenía ni el más mínimo apuro de crecer en verdad, con los hechizos le bastaba para jugar a ser mayor. Estuvo a punto de soltar un comentario, pero la caligrafía ajena volvió a alzarse y tuvo que retener las palabras. La explicación que le dio respecto su edad solo le abrió más el apetito de consultarle cosas, así que ignorando un poco el incomodarla, le sonrió levemente, tratando de seguir su andar lento, lo que se le hacia un poco difícil por sus largas piernas y la costumbre a casi volar como el viento.
- ¿Tú ya eres una mujer entonces?, me gustaría saber lo que se siente ya no ser una niña- comentó golpeando levemente sus brillantes zapatos contra el suelo- Y~ has vivido muchos años entonces, debes ser algo como... como...-dudó mientras hablaba, conociendo a medias la existencia de alas en la chica, cosa que de alguna manera lograba saber- Los vampiros no tiene alas- sentenció sin mirarla, estirando con debilidad sus piernas para dibujar sus pasos en el ambiente. No tenía intenciones de quedarse con dudas, mucho menos deseaba acabar la conversación por su descortesía, así que su voz sonaba dulce y bien intencionada para o provocar enojos en Azrael.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
“Uhm… pues, se puede decir que ya soy una mujer pero no podría responderte a tal diferencia, porque yo nací con esta apariencia y conciencia. No tuve la oportunidad de ser una niña así como no tendré la oportunidad de envejecer. ”
Mientras le enseñaba el ultimo escrito a la menor, pensaba en aquello. Ella no había tenido cambios físicos en todos estos años y los cambios mentales eran escasos, no se podría decir que había madurado, porque pensaba y actuaba de la misma manera desde siempre. Así había llegado al mundo y de esa misma desaparecería cuando dejara de ser útil o cuando cometiera algún error garrafal que la alejase de las manos de su padre; aunque se negaba ante la posibilidad de que eso ultimo sucediera, después de todo, a la fecha, en comparación a todos sus hermanos, era la única que no había cometido errores tontos guiada por “corazonadas” o “sentimientos”. Incluso había pecado como muchos otros, cayendo lentamente en los brazos lujuriosos de uno de sus hermanos, pero, aun así, no había sido nada en comparación a otros. Por no decir que había que hacerse a la idea de que los ángeles comenzaban a estar tan corrompidos como los demonios, solo que mucho mas iluminados y, en el fondo, con buenas intensiones.
Cometer algún acto pecaminoso ya no tenía un castigo como antes, para los ángeles, a pesar de que se castigara con fuerza a los otros seres.
Dejó de pensar en ello, desde que abrió los ojos supo que era completamente diferente al resto de sus hermanos, como la juzgaran sería distinto y eso se debía a las responsabilidades que poseía.
“Creo… que el paso de ser una niña a volverse una mujer debe ser difícil pero lindo. Abandonas los juegos y tomas responsabilidades, asimismo recibes “obsequios” a los que otros no podrían optar, pero cada cambio que se da en la vida es para algo mejor. Eso es lo que creo, lamento no poder ser clara.”
Escucho a la chica y negó un par de veces, con una tranquila sonrisa y volvió a escribir una nueva respuesta.
“Pues un vampiro no soy. Tendría grandes colmillos y quizás estaría hambrienta luego de un largo viaje, hasta podría haberme lanzado sobre ti viéndote como la cena.”
Para ella, no era una ofensa que la confundieran o compararan con otras razas. Después de todo, su olor a muerte era confuso para muchos.
“Además, al contrario de los vampiros, yo si tengo alas.”
Su último comentario era más que suficiente para esclarecer todo tipo de dudas. Dar a conocer de manera específica su trabajo no le sonaba a buena opción; es cierto que la chica entendía su contacto con las almas pero ya era demasiado ir y confesar sin más quién era.
Mientras le enseñaba el ultimo escrito a la menor, pensaba en aquello. Ella no había tenido cambios físicos en todos estos años y los cambios mentales eran escasos, no se podría decir que había madurado, porque pensaba y actuaba de la misma manera desde siempre. Así había llegado al mundo y de esa misma desaparecería cuando dejara de ser útil o cuando cometiera algún error garrafal que la alejase de las manos de su padre; aunque se negaba ante la posibilidad de que eso ultimo sucediera, después de todo, a la fecha, en comparación a todos sus hermanos, era la única que no había cometido errores tontos guiada por “corazonadas” o “sentimientos”. Incluso había pecado como muchos otros, cayendo lentamente en los brazos lujuriosos de uno de sus hermanos, pero, aun así, no había sido nada en comparación a otros. Por no decir que había que hacerse a la idea de que los ángeles comenzaban a estar tan corrompidos como los demonios, solo que mucho mas iluminados y, en el fondo, con buenas intensiones.
Cometer algún acto pecaminoso ya no tenía un castigo como antes, para los ángeles, a pesar de que se castigara con fuerza a los otros seres.
Dejó de pensar en ello, desde que abrió los ojos supo que era completamente diferente al resto de sus hermanos, como la juzgaran sería distinto y eso se debía a las responsabilidades que poseía.
“Creo… que el paso de ser una niña a volverse una mujer debe ser difícil pero lindo. Abandonas los juegos y tomas responsabilidades, asimismo recibes “obsequios” a los que otros no podrían optar, pero cada cambio que se da en la vida es para algo mejor. Eso es lo que creo, lamento no poder ser clara.”
Escucho a la chica y negó un par de veces, con una tranquila sonrisa y volvió a escribir una nueva respuesta.
“Pues un vampiro no soy. Tendría grandes colmillos y quizás estaría hambrienta luego de un largo viaje, hasta podría haberme lanzado sobre ti viéndote como la cena.”
Para ella, no era una ofensa que la confundieran o compararan con otras razas. Después de todo, su olor a muerte era confuso para muchos.
“Además, al contrario de los vampiros, yo si tengo alas.”
Su último comentario era más que suficiente para esclarecer todo tipo de dudas. Dar a conocer de manera específica su trabajo no le sonaba a buena opción; es cierto que la chica entendía su contacto con las almas pero ya era demasiado ir y confesar sin más quién era.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Le gustó mucho leer eso. Le gustaba la idea de estar "detenida en el tiempo", habiendo nacido con una edad eterna que no se esfumaría como los años que ella había perdido sin siquiera notarlo, asechada por la soledad y acompañada de su propia sorna, que la mantenía alejada de todo el mundo. Frunció los labios sin entender si a la chica le gustaría aquello, pero no lo consultó. No deseaba que su idea de acabar sus días tal cual como los empezó le fuera contradecida con argumentos que le quitaría los débiles sueños que surgían en ella.
Un ligero escalofrío le recorrió la piel, como si los pensamientos ajenos le invadieran, haciéndole notar que no estaba tratando con un ser insignificante del mundo. Le dirigió una mirada furtiva buscando leer más que la caligrafía de la chica, casi a la defensiva, aunque en el fondo ansiaba como nada en el mundo que sus días acabaran de una vez por todas, sin más preámbulos, sin más juegos, ya que al final, ¿qué tan necesaria resultaba una bruja en el mundo?
-No suena para nada entretenido ni bonito- susurró sonriendo de manera casi triste, conociendo que ni ella había tenido tiempo de ser niña, y esperando que una nueva nota le tradujera los pensamientos ajenos.- Yo tampoco pude ser niña, además, los adultos siempre se meten en problemas tontos por amor o esas cosas, y no quiero que eso me ocurra a mi- comentó pensando en su nula vida sentimental, considerando que ni padres tuvo.
Se decepcionó un poco de que ella no fuera un vampiro, aunque en el fondo se lo esperaba, después de todo, en verdad no conocía ni un solo vampiro que tuviese alas. - Me hubiese gustado que fueses un vampiro, en realidad no me importaría ser la cena de uno de esos bastardos- masculló sacando un perfectamente redondo caramelo de uno de los bolsillos del vestido casi gótico que usaba- ¿Quieres?, saben a felicidad- comentó regalándole además una sonrisa mientras extendía su mano para entregárselo, aunque ni ella misma sabía en el fondo a que sabía ese sentimiento-
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Un ligero escalofrío le recorrió la piel, como si los pensamientos ajenos le invadieran, haciéndole notar que no estaba tratando con un ser insignificante del mundo. Le dirigió una mirada furtiva buscando leer más que la caligrafía de la chica, casi a la defensiva, aunque en el fondo ansiaba como nada en el mundo que sus días acabaran de una vez por todas, sin más preámbulos, sin más juegos, ya que al final, ¿qué tan necesaria resultaba una bruja en el mundo?
-No suena para nada entretenido ni bonito- susurró sonriendo de manera casi triste, conociendo que ni ella había tenido tiempo de ser niña, y esperando que una nueva nota le tradujera los pensamientos ajenos.- Yo tampoco pude ser niña, además, los adultos siempre se meten en problemas tontos por amor o esas cosas, y no quiero que eso me ocurra a mi- comentó pensando en su nula vida sentimental, considerando que ni padres tuvo.
Se decepcionó un poco de que ella no fuera un vampiro, aunque en el fondo se lo esperaba, después de todo, en verdad no conocía ni un solo vampiro que tuviese alas. - Me hubiese gustado que fueses un vampiro, en realidad no me importaría ser la cena de uno de esos bastardos- masculló sacando un perfectamente redondo caramelo de uno de los bolsillos del vestido casi gótico que usaba- ¿Quieres?, saben a felicidad- comentó regalándole además una sonrisa mientras extendía su mano para entregárselo, aunque ni ella misma sabía en el fondo a que sabía ese sentimiento-
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Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
En el mundo había muchas personas que renunciaban con facilidad a la vida que se les había entregado. En lo personal, consideraba que eran personas realmente tontas, después de todo, vida tendrían una sola. Además, por malo que parezca el camino siempre se podía continuar. Conoció muchas vidas que llegaron a metas insospechadas, aceptando sus propios destinos tan conformes con ellos mismos. Eran de las pocas almas que no lloraban al saber que debían partir.
“Creo que aun te quedan años suficientes para disfrutar de tu niñez a tu gusto. Y las cosas como el amor o afecto no son tan malas como otros las pintan. Muy por el contrario, forman parte de esos regalos únicos, que solo son para dos personas. Quizás en el momento más inesperado, sea tu turno para experimentarlo.”
La miró con tranquilidad, escuchando sus palabras. Consideraba que a los niños aun les quedaba tanto por vivir (A la mayoría, no a todos), que deberían aprovecharlo de esa manera. Además, le bastaba con verla una sola vez para saber la cantidad de años que tenía por delante; incluso intentando suicidarse, continuaría viva hasta llegar a la fecha limite… pero no le diría aquello. Es un tanto más desalentador que te digan no importa lo que hagas, de todas maneras no podrás morir pronto o algo así.
“No deberías decir esas cosas. Creo que aun tienes muchas cosas que ver de la vida, además, sería una verdadera lástima tener que llevar tu alma tan joven.”
Sonrió con dulzura y aceptó el caramelo. Si bien ella era la que velaba por el correcto camino entre la vida y la muerte de los seres en la tierra, realmente no tenia gran poder sobre los vivos, ella no les hacia cambiar de parecer con respecto a sus pensamientos sobre ambas etapas. Solo vendría por su alama al llegar el momento indicado.
“Creo que aun te quedan años suficientes para disfrutar de tu niñez a tu gusto. Y las cosas como el amor o afecto no son tan malas como otros las pintan. Muy por el contrario, forman parte de esos regalos únicos, que solo son para dos personas. Quizás en el momento más inesperado, sea tu turno para experimentarlo.”
La miró con tranquilidad, escuchando sus palabras. Consideraba que a los niños aun les quedaba tanto por vivir (A la mayoría, no a todos), que deberían aprovecharlo de esa manera. Además, le bastaba con verla una sola vez para saber la cantidad de años que tenía por delante; incluso intentando suicidarse, continuaría viva hasta llegar a la fecha limite… pero no le diría aquello. Es un tanto más desalentador que te digan no importa lo que hagas, de todas maneras no podrás morir pronto o algo así.
“No deberías decir esas cosas. Creo que aun tienes muchas cosas que ver de la vida, además, sería una verdadera lástima tener que llevar tu alma tan joven.”
Sonrió con dulzura y aceptó el caramelo. Si bien ella era la que velaba por el correcto camino entre la vida y la muerte de los seres en la tierra, realmente no tenia gran poder sobre los vivos, ella no les hacia cambiar de parecer con respecto a sus pensamientos sobre ambas etapas. Solo vendría por su alama al llegar el momento indicado.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
sin dejar de pensar que cosas como el amor eran una molestia, le dedicó una breve sonrisa. Tampoco podía creerle del todo cuando decía que aun lo queda tiempo para ser una niña, porque había tenido que asumir la responsabilidad como la vida propia cuando aún era una niña sin posibilidades de trabajar o de valerse completamente por si misma. Tuvo que cambiar el gusto por las muñecas y los juegos cuando aún no era edad ni para asistir sola a la escuela,( a la que por cierto, nunca había asistido) y había tenido que conjurar hechizos inventados por su desesperada mente en momentos donde hubiese muerto de hambre o de frío. Sonrió sin ganas, imaginando que tal vez nunca tendría tiempo para la niñez, porque no había nadie dispuesto quedarse con ella, y tendría que seguir el resto de sus años tratando de cuidar esa vida que de alguna manera había atesorado inconscientemente.
- No digas las cosas así, cada uno sabrá que hacer con su vida, después de todo, todas las personas son diferentes -comentó con algo de enfado- Además, no pienso morir tan fácilmente, aunque lo diga- le sonrió amablemente con una determinación que le nacía súbitamente- O si no, ¿no te parecería que si deseara de verdad morir me habría tirado a morir de hambre y de frío cuando tenía 6 años?- soltó una carcajada que no iba para nada con su comentario, pero que de verdad le nacía. - Parece que te gustan los dulces también- le comentó mientras dada dos cortos saltos levantando las manos para alcanzar el cielo que estaba más allá de sus hechizos- Daría lo que fuera por poder volar-susurró para si misma.
Si vestido se levantaba dejando a la vista su infantil ropa interior, algo que no le molestaba en absoluto, dado que aquella vergüenza que nacía por tales cosas, era algo que ella desconocía, o que bien, ignoraba completamente debido a que sus intereses no se basaban en aprender sobre la perversión. Sonrió volviendo a dar un pequeño salto. Quiso preguntarle a la chica si era un ángel. en el fondo creía saber que así era, ya que su presencia no era mala y las alas probaban aquello, pero se negó a hacerlo por miedo a espantarla. La infantil risa le recorrió la garganta casi invitándola a hacer lo mismo, mientras pensaba torpemente que quizá aquel ángel con apariencia de muñeca podía llevarla a volar alguna vez, aunque por el olor a muerte, quizá sería su único y último vuelo.
- No digas las cosas así, cada uno sabrá que hacer con su vida, después de todo, todas las personas son diferentes -comentó con algo de enfado- Además, no pienso morir tan fácilmente, aunque lo diga- le sonrió amablemente con una determinación que le nacía súbitamente- O si no, ¿no te parecería que si deseara de verdad morir me habría tirado a morir de hambre y de frío cuando tenía 6 años?- soltó una carcajada que no iba para nada con su comentario, pero que de verdad le nacía. - Parece que te gustan los dulces también- le comentó mientras dada dos cortos saltos levantando las manos para alcanzar el cielo que estaba más allá de sus hechizos- Daría lo que fuera por poder volar-susurró para si misma.
Si vestido se levantaba dejando a la vista su infantil ropa interior, algo que no le molestaba en absoluto, dado que aquella vergüenza que nacía por tales cosas, era algo que ella desconocía, o que bien, ignoraba completamente debido a que sus intereses no se basaban en aprender sobre la perversión. Sonrió volviendo a dar un pequeño salto. Quiso preguntarle a la chica si era un ángel. en el fondo creía saber que así era, ya que su presencia no era mala y las alas probaban aquello, pero se negó a hacerlo por miedo a espantarla. La infantil risa le recorrió la garganta casi invitándola a hacer lo mismo, mientras pensaba torpemente que quizá aquel ángel con apariencia de muñeca podía llevarla a volar alguna vez, aunque por el olor a muerte, quizá sería su único y último vuelo.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
“Lo siento, no quería molestarte con el tema.”
Escribió, mientras se inclinaba suavemente para disculparse con la mayor. No le era muy fácil terminar de comprender a los vivos, todos eran complejos y pasaban por diferentes momentos. Ella, muy al contrario de los humanos, no sufría de arrepentimientos constantes y su único problema era el cambio entre sus dos personalidad, su personalidad normal, solo estaba a flote cuando sus alas se encontraban visibles, y este lado suyo, tan sumiso y cobarde, se mantenía con ella cada vez que pisaba tierra junto con la desaparición de sus alas.
“Espero sea así, no me gustaría tener que venir por tu alma aun siendo tan joven.”
Había escrito con algo de tranquilidad, de a poco se había acostumbrado a la presencia de la menor, sintiéndose sin presiones ni preocupaciones.
No había visto nada de la vida de la chica, después de todo no correspondía hacerlo hasta el día de su muerte. Pero con su mera mención sintió algo de vergüenza al haber sido tan insistente con el tema anterior. Por instantes, había olvidado que el todo el mundo existen niños, que según las condiciones, dejan de serlo a temprana edad y ella, era una de ellos. Los humanos, solían ser más incivilizados que cualquier otro animal en la tierra. Incluso las feroces leonas defienden a muerte a sus cachorros y les enseñan a crecer fuertes y astutos, mientras que los humanos… algunos no dudaban en dejar a su suerte a niños que incluso son pequeños bebés.
Salió de sus pensamientos y asintió; las golosinas le gustaban bastante pero era difícil que las comiera, por cosas de tiempo o simplemente porque su mente no tenia preocupaciones tales como comer.
“Sabes, volar deja una maravillosa sensación en el cuerpo. Sientes como el aire cambia, como su densidad roza tu piel. Es una experiencia maravillosa, claro que no todos pueden hacerlo por cuenta propia como las aves.”
Le sonrió con la misma tranquilidad de antes volviendo a escribir.
“¿Te gustaría que diéramos un paseo por los cielos? No podre llevarte muy lejos de la ciudad, pero lo suficiente para que puedas sentir la maravilla que estar arriba.”
Ella misma alzó la mirada, viendo mucho más allá de las oscuras nubes, pensando en el paraíso. En cuantas veces había llegado al umbral, observando la maravilla de lugar que era. Si algo había deseado cuando sus días comenzaron, fue poder entrar solo una vez.
Pero alguien tan corrompida como ella no podría entrar sin causar estragos, por eso, había desechado la idea hace mucho tiempo.
Escribió, mientras se inclinaba suavemente para disculparse con la mayor. No le era muy fácil terminar de comprender a los vivos, todos eran complejos y pasaban por diferentes momentos. Ella, muy al contrario de los humanos, no sufría de arrepentimientos constantes y su único problema era el cambio entre sus dos personalidad, su personalidad normal, solo estaba a flote cuando sus alas se encontraban visibles, y este lado suyo, tan sumiso y cobarde, se mantenía con ella cada vez que pisaba tierra junto con la desaparición de sus alas.
“Espero sea así, no me gustaría tener que venir por tu alma aun siendo tan joven.”
Había escrito con algo de tranquilidad, de a poco se había acostumbrado a la presencia de la menor, sintiéndose sin presiones ni preocupaciones.
No había visto nada de la vida de la chica, después de todo no correspondía hacerlo hasta el día de su muerte. Pero con su mera mención sintió algo de vergüenza al haber sido tan insistente con el tema anterior. Por instantes, había olvidado que el todo el mundo existen niños, que según las condiciones, dejan de serlo a temprana edad y ella, era una de ellos. Los humanos, solían ser más incivilizados que cualquier otro animal en la tierra. Incluso las feroces leonas defienden a muerte a sus cachorros y les enseñan a crecer fuertes y astutos, mientras que los humanos… algunos no dudaban en dejar a su suerte a niños que incluso son pequeños bebés.
Salió de sus pensamientos y asintió; las golosinas le gustaban bastante pero era difícil que las comiera, por cosas de tiempo o simplemente porque su mente no tenia preocupaciones tales como comer.
“Sabes, volar deja una maravillosa sensación en el cuerpo. Sientes como el aire cambia, como su densidad roza tu piel. Es una experiencia maravillosa, claro que no todos pueden hacerlo por cuenta propia como las aves.”
Le sonrió con la misma tranquilidad de antes volviendo a escribir.
“¿Te gustaría que diéramos un paseo por los cielos? No podre llevarte muy lejos de la ciudad, pero lo suficiente para que puedas sentir la maravilla que estar arriba.”
Ella misma alzó la mirada, viendo mucho más allá de las oscuras nubes, pensando en el paraíso. En cuantas veces había llegado al umbral, observando la maravilla de lugar que era. Si algo había deseado cuando sus días comenzaron, fue poder entrar solo una vez.
Pero alguien tan corrompida como ella no podría entrar sin causar estragos, por eso, había desechado la idea hace mucho tiempo.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Quiso disculparse por haber parecido enfadada, ya que este sentimiento no se quedaba por mucho tiempo dentro de ella, debido siempre tenía razones para olvidar los vestigios de enfado, pero no lo hizo. Pensó que estaba bien enojarse un poco y dejar que los demás, o notasen sus errores, o supieran que tipo de cosas eran muy amplias para ser dichas sin pensárselo mucho.
El viento se movía algo más rápido que de costumbre, y ella seguía entusiasmada por intentar conocer a la chica que seguía escribiendo, aunque lo que le fue mostrado, más que asustarla o ponerla a la defensiva completamente, le emocionó más de lo que esperaba. ¿Un ángel? ¿se le podía decir así a alguien que se ocupaba de llevar almas?, intentó recordar viejas historias que leyó en alguna de sus visitas a las bibliotecas o a los sitios oscuros plagados de leyendas y nombres que se hacían conocidos allí por seres sin vergüenza dispuestos a robar cualquier alma, cualquier tipo de sangre o cuerpos putrefactos para fines nefastos o egoístas. Allí ella había oído nombre de grandes brujos, ángeles malditos, shinigamis que no cumplían bien su trabajo y mataban por gusto, así que quizá también había oído allí sobre los arcángeles. El término le tenía en la cabeza, pero no conocía mucho sobre ellos, solo un par de nombres al azar y un vestigio de conocimiento sobre ángeles que se ocupaban de llevar las almas. La chica que estaba a su lado era un arcángel, entonces, y como era primera vez que conocía uno, se sintió como una niña al emocionarse más de la cuenta, no pudiendo retener el rubor y las sonrisas amplias de su rostro.
Dio un largo salto hacia adelante y se volteó para mirar lo que la chica había escrito después de un rato y trató de imaginar la sensación descrita. Extendió los brazos para ver si el aire era lo bastante fuerte como para hacerle sentir que volaba, pero no lo logró y dando un suspiro se resignó a creer que nunca en su vida podría volar. Aunque siempre se retrataba a las brujas con sus escobas volando alegremente por lo cielos, a ella le costaba admitir que aunque había brujas que lo hacían, pero no tan específicamente así, ella no había encontrado ni un solo conjuro que le diera tal don, y mucho menos había sido capaz de inventar uno con tales fines ya que respetaba esa enorme extensión de fantasías y le aterraba un poco violar su esplendor con hechizos insignificantes, además, no era su naturaleza el poder hacerlo y el observar a las criaturas con tal naturaleza le bastaba. En el fondo, tenía miedo de perder el lado "humano" que aún le restaba, que abarcaba su cuerpo y las incapacidades naturales que respetaba de este. De todas formas, aún era una niña, si sus pensamientos eran estúpidos, algún día podría cambiarlos.
Abrió ojos sorprendida, ¿de verdad le ofrecía aquello?, la emoción volvió a cosquillearle en el cuerpo y se le acercó un poco más anhelando tomarle las manos, pero se retuvo.
-¿De verdad me llevarías?, te estaría muy agradecida, de verdad- dijo casi chillando al sentirse feliz, mientras su rostro se tornaba de un color rosa bien marcado en los pómulos. - E-espero no ser una molestia, pero de verdad me gustaría, de verdad- susurró volviendo a tomar como excusa el peinar con los dedos su largo cabello para ocultarse tras de él.
El viento se movía algo más rápido que de costumbre, y ella seguía entusiasmada por intentar conocer a la chica que seguía escribiendo, aunque lo que le fue mostrado, más que asustarla o ponerla a la defensiva completamente, le emocionó más de lo que esperaba. ¿Un ángel? ¿se le podía decir así a alguien que se ocupaba de llevar almas?, intentó recordar viejas historias que leyó en alguna de sus visitas a las bibliotecas o a los sitios oscuros plagados de leyendas y nombres que se hacían conocidos allí por seres sin vergüenza dispuestos a robar cualquier alma, cualquier tipo de sangre o cuerpos putrefactos para fines nefastos o egoístas. Allí ella había oído nombre de grandes brujos, ángeles malditos, shinigamis que no cumplían bien su trabajo y mataban por gusto, así que quizá también había oído allí sobre los arcángeles. El término le tenía en la cabeza, pero no conocía mucho sobre ellos, solo un par de nombres al azar y un vestigio de conocimiento sobre ángeles que se ocupaban de llevar las almas. La chica que estaba a su lado era un arcángel, entonces, y como era primera vez que conocía uno, se sintió como una niña al emocionarse más de la cuenta, no pudiendo retener el rubor y las sonrisas amplias de su rostro.
Dio un largo salto hacia adelante y se volteó para mirar lo que la chica había escrito después de un rato y trató de imaginar la sensación descrita. Extendió los brazos para ver si el aire era lo bastante fuerte como para hacerle sentir que volaba, pero no lo logró y dando un suspiro se resignó a creer que nunca en su vida podría volar. Aunque siempre se retrataba a las brujas con sus escobas volando alegremente por lo cielos, a ella le costaba admitir que aunque había brujas que lo hacían, pero no tan específicamente así, ella no había encontrado ni un solo conjuro que le diera tal don, y mucho menos había sido capaz de inventar uno con tales fines ya que respetaba esa enorme extensión de fantasías y le aterraba un poco violar su esplendor con hechizos insignificantes, además, no era su naturaleza el poder hacerlo y el observar a las criaturas con tal naturaleza le bastaba. En el fondo, tenía miedo de perder el lado "humano" que aún le restaba, que abarcaba su cuerpo y las incapacidades naturales que respetaba de este. De todas formas, aún era una niña, si sus pensamientos eran estúpidos, algún día podría cambiarlos.
Abrió ojos sorprendida, ¿de verdad le ofrecía aquello?, la emoción volvió a cosquillearle en el cuerpo y se le acercó un poco más anhelando tomarle las manos, pero se retuvo.
-¿De verdad me llevarías?, te estaría muy agradecida, de verdad- dijo casi chillando al sentirse feliz, mientras su rostro se tornaba de un color rosa bien marcado en los pómulos. - E-espero no ser una molestia, pero de verdad me gustaría, de verdad- susurró volviendo a tomar como excusa el peinar con los dedos su largo cabello para ocultarse tras de él.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
Observaba con tranquilidad a la menor mientras enseñaba lo que iba escribiendo. Sonreía con sutileza al ver como su infantil rostro se tintaba de un leve rojo; incluso el cómo estiraba sus brazos le parecía algo lindo y le llenaba de diferentes pensamientos. En algún punto de su vida, quizás le hubiese gustado vivir la niñez como muchos, antes de tomar todas las responsabilidades que siempre ha tenido.
Le entregó una suave y sincera sonrisa acompañado de un leve asentir. Lo que había ofrecido, a pesar de ser fuera de lo común, era cierto. Planeaba cumplir y llevar a la chica a conocer los cielos, si bien, no podría recorrer un diámetro muy extenso seria lo suficiente para saber que tanto encanto tendría en la menor, después de todo, era una niña, ¿No?
“Claro, pero, debo “decirte” algo antes de llevarte. Cuando mis alas aparecen mi personalidad es diferente, si bien, no te lastimare, quizás sea más presuntuosa y además de eso… con mis alas, puedo hablar sin problemas.”
Si bien, tal vez soltaría algo hiriente, buscaría como controlarse para evitar a la de las mejillas coloradas; porque como había pensado, era el único ser vivo al que se había podido acercar sin destinar su final.
“No te preocupes, no sería una molestia, me encantaría poder hacer esto por ti y será divertido.”
No espero respuesta de la contraria, creyó en que controlaría bien sus palabras, después de todo, conciencia no perdería, solo ganaría más confianza de la que en estos momentos tenia, por decirlo de alguna manera.
Sus tres alas grises se alzaron, naciendo desde su espalda extendiéndose hacia los lados y atrás. Cada una de ella media mucho más que su propio cuerpo, quizás unos cinco metros o más. Su mirar, continuaba siendo el mismo, su olor a muerte se había vuelto un poco más intenso mientras que las almas que siempre llevaba tras de sí se acongojaban guardando silencio.
Guardó tanto el cuaderno como el lápiz en el bolso y miro a la pequeña. Su porte se volvió un poco mas altivo pero a pesar de eso, seguía con las intenciones anteriores, llevar a la más pequeña a conocer los cielos de aquella asquerosa ciudad.
Le entregó una suave y sincera sonrisa acompañado de un leve asentir. Lo que había ofrecido, a pesar de ser fuera de lo común, era cierto. Planeaba cumplir y llevar a la chica a conocer los cielos, si bien, no podría recorrer un diámetro muy extenso seria lo suficiente para saber que tanto encanto tendría en la menor, después de todo, era una niña, ¿No?
“Claro, pero, debo “decirte” algo antes de llevarte. Cuando mis alas aparecen mi personalidad es diferente, si bien, no te lastimare, quizás sea más presuntuosa y además de eso… con mis alas, puedo hablar sin problemas.”
Si bien, tal vez soltaría algo hiriente, buscaría como controlarse para evitar a la de las mejillas coloradas; porque como había pensado, era el único ser vivo al que se había podido acercar sin destinar su final.
“No te preocupes, no sería una molestia, me encantaría poder hacer esto por ti y será divertido.”
No espero respuesta de la contraria, creyó en que controlaría bien sus palabras, después de todo, conciencia no perdería, solo ganaría más confianza de la que en estos momentos tenia, por decirlo de alguna manera.
Sus tres alas grises se alzaron, naciendo desde su espalda extendiéndose hacia los lados y atrás. Cada una de ella media mucho más que su propio cuerpo, quizás unos cinco metros o más. Su mirar, continuaba siendo el mismo, su olor a muerte se había vuelto un poco más intenso mientras que las almas que siempre llevaba tras de sí se acongojaban guardando silencio.
Guardó tanto el cuaderno como el lápiz en el bolso y miro a la pequeña. Su porte se volvió un poco mas altivo pero a pesar de eso, seguía con las intenciones anteriores, llevar a la más pequeña a conocer los cielos de aquella asquerosa ciudad.
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Tuvo la necesidad de atar su larga cabellera para que de alguna manera no se enmarañara con el viento o fuese una molestia para la otra chica, si es que de verdad se decidía a volar y no solo fuese una broma. Buscó en sus bolsillos alguna coleta, de aquellas que solía cargar con ella para jugar a hacerse peinados cuando estaba aburrida, pero ni una sola apareció para ella, así que se resignó a dejar su cabello tal cual como estaba.
Lo que leyó le desconcertó un poco. Le gustaba la personalidad de la chica, y notando que aquello era casi como una advertencia, tuvo un poco de miedo ya que en realidad no sabía como relacionarse con personas de ese tipo. Hizo una sonrisa infantil para no parecer descortés y para que tampoco creyera que se había arrepentido de aceptar la propuesta. A pesar de todo eso, sintió una emoción enorme saber que quizá la escucharía hablar. En un principio, ese había sido su cometido. Desde el comienzo tuvo curiosidad por saber como sonaría aquella escondida voz y al parecer, le tomó más importancia a esto que a su miedo por el inminente cambio de personalidad por parte de la chica.
Un escalofrío recorrió dulcemente su piel antes de que aquellas magnificas alas hicieran su aparición. Era un espectáculo mucho mejor que cualquier otra cosa que hubiese visto en su corta vida, quizá porque en el fondo le hubiese gustado nacer con alas, o porque simplemente no había visto nunca las alas de un arcángel. Aguantó la respiración sin saber por qué y de pronto se sentía tan mínima como cuando corría a la merced de las bestias con esa apariencia débil y el alma cargada de suculentos poderes que algunos anhelaban arrancar de ella. A pesar de que aquella sensación era casi la misma, ahora no se sentía del todo mal porque estaba realmente fascinada con la apariencia de la chica de hermosos cabellos que ahora pasaba de ser una muñeca a un completo ángel dotado con la respectiva belleza de estos. Ahora, definitivamente no sabía de que manera reaccionar, o si algún comentario vendría bien en aquellos momentos, después de que la chica que no perecía haber cambiado mucho le mirara. Quería decirle lo que pensaba: que se veía bonita o preguntarle por qué tenía 3 alas y no 2 o cosas que se le venían a la cabeza, pero aún no sabía como actuaría esta, así que tan solo la observó en silencio. Hizo un gesto de sorprendimiento mal disimulado que cambió casi de inmediato por una sonrisa tímida. Desvió la mirada y se arregló el vestido esperando que la otra rompiera el silencio, aunque ciertamente, no estaba atemorizada del todo, si no que más bien estaba nerviosa y además se sentía algo feliz de hasta ahora llevar una buena "relación" con la chica, no como aquella vez que un demonio intentó robarle mucho más que la inocencia que ella tenía casi plasmada sobre el cuerpo, cosa por la cual no confiaba mucho en los demás, cosa que ahora no parecía funcionar.
Lo que leyó le desconcertó un poco. Le gustaba la personalidad de la chica, y notando que aquello era casi como una advertencia, tuvo un poco de miedo ya que en realidad no sabía como relacionarse con personas de ese tipo. Hizo una sonrisa infantil para no parecer descortés y para que tampoco creyera que se había arrepentido de aceptar la propuesta. A pesar de todo eso, sintió una emoción enorme saber que quizá la escucharía hablar. En un principio, ese había sido su cometido. Desde el comienzo tuvo curiosidad por saber como sonaría aquella escondida voz y al parecer, le tomó más importancia a esto que a su miedo por el inminente cambio de personalidad por parte de la chica.
Un escalofrío recorrió dulcemente su piel antes de que aquellas magnificas alas hicieran su aparición. Era un espectáculo mucho mejor que cualquier otra cosa que hubiese visto en su corta vida, quizá porque en el fondo le hubiese gustado nacer con alas, o porque simplemente no había visto nunca las alas de un arcángel. Aguantó la respiración sin saber por qué y de pronto se sentía tan mínima como cuando corría a la merced de las bestias con esa apariencia débil y el alma cargada de suculentos poderes que algunos anhelaban arrancar de ella. A pesar de que aquella sensación era casi la misma, ahora no se sentía del todo mal porque estaba realmente fascinada con la apariencia de la chica de hermosos cabellos que ahora pasaba de ser una muñeca a un completo ángel dotado con la respectiva belleza de estos. Ahora, definitivamente no sabía de que manera reaccionar, o si algún comentario vendría bien en aquellos momentos, después de que la chica que no perecía haber cambiado mucho le mirara. Quería decirle lo que pensaba: que se veía bonita o preguntarle por qué tenía 3 alas y no 2 o cosas que se le venían a la cabeza, pero aún no sabía como actuaría esta, así que tan solo la observó en silencio. Hizo un gesto de sorprendimiento mal disimulado que cambió casi de inmediato por una sonrisa tímida. Desvió la mirada y se arregló el vestido esperando que la otra rompiera el silencio, aunque ciertamente, no estaba atemorizada del todo, si no que más bien estaba nerviosa y además se sentía algo feliz de hasta ahora llevar una buena "relación" con la chica, no como aquella vez que un demonio intentó robarle mucho más que la inocencia que ella tenía casi plasmada sobre el cuerpo, cosa por la cual no confiaba mucho en los demás, cosa que ahora no parecía funcionar.
Gretel Heidegret- Brujo
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Re: Dulce camino...
Estiró sus alas un par de veces; a pesar de solo haber estado un par de horas refugiadas, parecían estar adormiladas. Movió su cabeza y le giró un poco sobre su propio eje buscando liberar la tensión que su cuerpo adquiría sin las alas. Le tomaba un par de minutos volver a sentir que era de ella nuevamente, como si el cambio la dividiera en dos partes, dos polos totalmente opuestos.
Observó la pequeña de pies a cabeza, buscando asimilar los minutos que había pasado. Si bien, conservaba cada uno de los minutos, a veces sentía que no era ella misma. Algo común, cuando después de tantos años te toca acostumbrarte a estos cambios.
- ¿Estás preparada? – Preguntó con un tono suave y algo frio. Su voz no poseía nivelaciones como las del común de los seres. Casi no salía de un tono sin contar que poco y nada expresaba. Su forma algo altiva, despedía por su mirar que se tornaba poco a poco un tanto más altivo. Aun así, sabía perfectamente que hacia junto a la hechicera y que es lo que le había ofrecido.
No espero respuesta de la menor, así como no había permitido una negativa anteriormente, no permitiría que diera paso atrás después de que la propuesta ya estuviera levantada. Cortó las distancias que existían entre las dos y la tomó entre sus brazos, como si de una princesa se tratara, siendo delicada con sus movimientos.
- Si te asustas sujétate con fuerza y volveré a tierra – Pronunció con tranquilidad agitando su trío de las, elevándose a los segundos después.
Dos metros, luego cinco, luego ocho y finalmente diez metros, para comenzar era una altura bastante buena y si la menor quería llegar más alto, pues solo tendría que pedirlo. Comenzó por avanzar, inclinando un tanto el cuerpo, sin dejar de sujetar a la más pequeña, mirando hacia el frente.
La podrida ciudad se extendía frente a ellas, a lo lejos se podía contemplar el abandonado castillo y sus laberintos se veían tan confusos desde arriba como desde el interior de ellos.
- Tu dime hacia donde ir o que tan rápido hacerlo y yo lo haré, ¿Te parece bien?
Observó la pequeña de pies a cabeza, buscando asimilar los minutos que había pasado. Si bien, conservaba cada uno de los minutos, a veces sentía que no era ella misma. Algo común, cuando después de tantos años te toca acostumbrarte a estos cambios.
- ¿Estás preparada? – Preguntó con un tono suave y algo frio. Su voz no poseía nivelaciones como las del común de los seres. Casi no salía de un tono sin contar que poco y nada expresaba. Su forma algo altiva, despedía por su mirar que se tornaba poco a poco un tanto más altivo. Aun así, sabía perfectamente que hacia junto a la hechicera y que es lo que le había ofrecido.
No espero respuesta de la menor, así como no había permitido una negativa anteriormente, no permitiría que diera paso atrás después de que la propuesta ya estuviera levantada. Cortó las distancias que existían entre las dos y la tomó entre sus brazos, como si de una princesa se tratara, siendo delicada con sus movimientos.
- Si te asustas sujétate con fuerza y volveré a tierra – Pronunció con tranquilidad agitando su trío de las, elevándose a los segundos después.
Dos metros, luego cinco, luego ocho y finalmente diez metros, para comenzar era una altura bastante buena y si la menor quería llegar más alto, pues solo tendría que pedirlo. Comenzó por avanzar, inclinando un tanto el cuerpo, sin dejar de sujetar a la más pequeña, mirando hacia el frente.
La podrida ciudad se extendía frente a ellas, a lo lejos se podía contemplar el abandonado castillo y sus laberintos se veían tan confusos desde arriba como desde el interior de ellos.
- Tu dime hacia donde ir o que tan rápido hacerlo y yo lo haré, ¿Te parece bien?
Azrael- Arcángel
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Re: Dulce camino...
Asintió levemente y una sola vez con la cabeza para indicar que aunque en realidad no estaba para nada preparada, aún tenía las enormes ganas de recorrer el cielo con aquella chica que de buena gana se lo había ofrecido. No estaba de más decir, que el escucharle la voz le había arrancado un ligero rubor. Sintió como que si de pronto le fuese enseñado algo que no estaba destinada a conocer, al menos aún no, si no que quizá más adelante, cuando la muñequita tuviese que venir a arrebatarle el alma para llevarla a quien sabe donde, quizá hasta podía terminar en manos del lujurioso demonio de su pasado. Alejó la idea sacudiendo levemente la cabeza, y antes de que pudiera darse cuenta, había sido atrapada con los delicados brazos ajenos, los cuales la alzaron del suelo con una rapidez que no vio venir.
El aleteo que perturbó el silencio le aceleró el corazón y el repentino vuelo le acortó la respiración. Sintió un nudo en el estómago y chilló levemente por el miedo y la emoción que se le atoraban en la garganta. A principio, no quiso abrir los ojos. Sabía que lo último que había que hacer en situaciones así era mirar hacia abajo, pero supo además, que el viaje sería en vano si no lo hacia, ya que esa era la gracia de realizar aquello. Dio un suspiro cuando sintió que ya se habían "detenido" en un punto exacto y ahora el vuelo era más relajante.
- Te sujetaré con fuerza, pero no porque quiera bajar, es solo que... entenderás que tengo miedo- susurró aferrándose con algo de fuerza a los hombros de la chica, intentando no incomodarla y abrió despacio los ojos. Una sensación de vértigo le hormigueó en el cuerpo y susurró un hechizo vago para apagar aquello, mientras su lado infantil se deleitaba con el paisaje- Esto es genial - comentó intentando reconocer que tipo de estructuras se levantaban bajo ellas, sin dejar de aferrarse al cuerpo ajeno en busca del consuelo al miedo - Como eres tu quien hace todo el trabajo, solo has esto de la manera en la que te parezca más cómoda - comentó sonriendo como la niña que aún era en el fondo- Intentaré darte lo que quieras a cambio de esto, porque en realidad es fantástico- soltó sin despegar su vista de las diminutas cosas de la ciudad que desde arriba tenían un aspecto totalmente distinto, además de que la sensación de volar no era nada comparada a otras cosas que había sentido, y agradecía muy en serio el poder hacerlo, porque oportunidades así en realidad no surgían todos los días, sin contar que además quien la llevaba no era cualquier ser del mundo. Por inercia, acarició levemente por unos fugaces segundos la mejilla ajena con la suya en un acto de aprecio, sin tomar en cuenta que según la advertencia, eso podía ser mal visto por la chica.
El aleteo que perturbó el silencio le aceleró el corazón y el repentino vuelo le acortó la respiración. Sintió un nudo en el estómago y chilló levemente por el miedo y la emoción que se le atoraban en la garganta. A principio, no quiso abrir los ojos. Sabía que lo último que había que hacer en situaciones así era mirar hacia abajo, pero supo además, que el viaje sería en vano si no lo hacia, ya que esa era la gracia de realizar aquello. Dio un suspiro cuando sintió que ya se habían "detenido" en un punto exacto y ahora el vuelo era más relajante.
- Te sujetaré con fuerza, pero no porque quiera bajar, es solo que... entenderás que tengo miedo- susurró aferrándose con algo de fuerza a los hombros de la chica, intentando no incomodarla y abrió despacio los ojos. Una sensación de vértigo le hormigueó en el cuerpo y susurró un hechizo vago para apagar aquello, mientras su lado infantil se deleitaba con el paisaje- Esto es genial - comentó intentando reconocer que tipo de estructuras se levantaban bajo ellas, sin dejar de aferrarse al cuerpo ajeno en busca del consuelo al miedo - Como eres tu quien hace todo el trabajo, solo has esto de la manera en la que te parezca más cómoda - comentó sonriendo como la niña que aún era en el fondo- Intentaré darte lo que quieras a cambio de esto, porque en realidad es fantástico- soltó sin despegar su vista de las diminutas cosas de la ciudad que desde arriba tenían un aspecto totalmente distinto, además de que la sensación de volar no era nada comparada a otras cosas que había sentido, y agradecía muy en serio el poder hacerlo, porque oportunidades así en realidad no surgían todos los días, sin contar que además quien la llevaba no era cualquier ser del mundo. Por inercia, acarició levemente por unos fugaces segundos la mejilla ajena con la suya en un acto de aprecio, sin tomar en cuenta que según la advertencia, eso podía ser mal visto por la chica.
Gretel Heidegret- Brujo
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