Solo es un paseo, ¿No? [Privado]

La zona franca. Había escuchado que en muchos países era el lugar libre de impuestos, dejado para poder realizar las ventas y compras deseadas. Claro que todo se regía bajo los márgenes que la ley del país establecía, pero este lugar era completamente diferente. No existían leyes ni nadie que fiscalizara el comercio y en el rincón más inesperado veías todo tipo de cosas. Los comercios iban desde venta de artículos comunes subiendo por escalas diferentes. Venta de órganos, armas, animales exóticos. También advertías mucha prostitución y la clara venta de seres humanos y otras razas, todos tan razonables como él mismo. Curioso, ¿No?

Avanzaba mirando a todas parte, pensando en que le gustaría comprar, después de todo, además del sexo, las compras eran parte de sus actividades de recreación favoritas. Podría comprar la cena en ese lugar, porque si algo debía aceptar era que los humanos en venta se veían apetitosos en diferentes sentidos. Y con esto de que recién comenzaba su paseo por la zona, tendría un par de horas para elegir lo que mas satisficiera su mirada, entre otras cosas.

Se detuvo frente a un gran puesto que ofrecía muchas cosas del oriente. Jarrones, llaveros, pequeñas figuras y tanta decoración con forma extravagante. Como siempre, su sonrisa coqueta y juvenil estaba estampada en su rostro mientras hablaba con el joven vendedor. Hacía preguntas simples, el valor, historia, utilidad o significados y con solo eso atraía la completa atención del contrario haciéndose notar más que otros intentos de compradores.

- ¿No hay nada mejor? – Pregunto, aburrido de los objetos del puesto. El vendedor sin respuesta solo bajo los hombros. Resignado dejo las cosas y siguió caminando en busca de algo mejor.

Así como iba no dudaría en venderse por una noche. ¿Cuándo pagarían estos sujetos por alguien con sus cualidades?

Ojala llegaran opciones mucho mejores.

Por alguna razón, las calles de este sector eran pintorescas y llenas de vida, en comparación al resto de la ciudad. Lo que más le entretenía era mirar a su alrededor, sentir el bullicio de las personas realizando sus compras. La música que decoraba las calles le llenaba el alma, hasta le entraban ganas de bailar. Pero no le estaba divirtiendo lo suficiente; necesitaba algo para entretenerse, las compras no lo eran todo, incluso en ese lugar. Tenía que hacer algo más, que no fuera solo mirar, caminar o comprar.

Marchaba con las manos en los bolsillos, de manera infantil y distraída, observando con cuidado cada detalle a su alrededor. La venta de razas, aunque le pareció divertida, no tenía nada que quisiera llevare a casa. Como si todo en venta tuviera un defecto. Muy delgado, muy obeso, la cara muy larga, las piernas muy cortas, los ojos no le favorecen, la nariz es enorme. Todos tenían un error incorregible y molesto a la vista; eran poco agraciados y de caracteres comunes. Bufó mirando hacia un lado. Se detuvo por instantes y entonces, sonrió. Había encontrado con que jugar, quizás de manera breve o tal vez más extenso. De cualquier manera ahí estaba, caminando de manera lenta y no tan atenta.

En un comienzo, avanzaba con calma hacia el de orejas de felino, pero en cosa de segundos había apresurado el paso. Terminó corriendo y saltándole encima, como había pasado en varias ocasiones, colgándose del cuello del demonio.

- Elgard, Bonjour~ - Pronunció su nombre con una enorme sonrisa y de manera divertida sin pensar en soltarse aun – Creí que las compras no eran cosa tuya. ¿Vienes pro algo en especial?

Como siempre, poco le importaban las apariencias. Aun captando las curiosas miradas de quienes estaban a su alrededor les ignoro. No las necesitaba por el momento, ya había encontrado con quien jugar un rato y eso, le mantenía con una sonrisa de infante estampada en el rostro.

- Comment êtes-vous? (1) – Su refinado francés hacia su tono mucho más suave y provocativo. Como si su lengua natal le obligara a hablar en ese tipo de tono. Para él, era completamente natural, no notaba diferencias - Voulez-vous jouer? (2) – Preguntó ladeando un tanto el rostro, mirando directamente al ojo del contrario -

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(Traducción (¿?)
1: ¿Cómo estás?
2: ¿Quieres jugar?)

Besó con suavidad la mejilla del demonio, descolgándose del contrario, rápidamente avanzó para quedar frente a él, aun sonriendo, solo que alzando un poco la cabeza, para mirarle a la cara. Había escuchado con claridad su susurro, riendo de manera suave para luego responder con tranquilidad.

-No hay problema con eso, a veces olvido que no todos lo hablan. Pero~ has entendido lo primero, eso quiere decir que al menos te has hecho a una idea de lo que te he dicho – Ladeo el rostro aun con la sonrisa estampada en el rostro – Pues te preguntaba si querías jugar, llevo un rato aquí y no he dejado de aburrirme. Además había pensado en comprar un esclavo pero ninguno cumple con mis expectativas. Todos son comunes y nada destaca en ellos.

Por su mente pasó proponerle al demonio que fuera su mascota, fijando su mirada en el par de felinas orejas que se encontraba en su cabeza. Si algo era seguro, era que le cuidaría bien, después de todo, lo que más cuidaba era a sus mascotas. Aun así, prefirió callar. El mayor podría molestarse y prefería evitar que se ofendieran mutuamente y todo eso. Pasaba con más frecuencia de la que imaginaba.

- ¿También planeabas adoptar una mascota nueva? Te recomiendo un elfo o un hechicero, los juegos son mucho más divertidos con ellos. En especial porque aplastar su orgullo, para ellos, es casi tan letal como el daño físico – Asintió un par de veces para volver a mirar al demonio – Fuera de eso, en serio, ¿Juguemos? A lo que sea, me aburro demasiado aquí~ - Lloriqueo falsamente tomando la mano del demonio, jalándole hacia sí mismo - ¿Siiiii? – Mostros su blanca y perfecta dentadura en una sonrisa de suplica infantil.

No esperó respuesta ni nada parecido. Con solo pasar un par de segundos, comenzó a jalar del demonio, siguiendo con la “expedición” por la zona, solo que ahora, llevaba a su “acompañante especial” para hacer de las suyas y evitar aburrirse.