Una vuelta por el lugar~ [Priv. Gretel]

Las palabras de la chica le calmaron. Que no hubiesen olores inmundos era algo bueno y el que no tuviera intenciones de abandonarla (aún) le provocaron una sonrisa agradecida.
El casi imperceptible beso que le regaló la muchacha le estremeció levemente el cuerpo. Ahora era más que obvio que no era para nada una costumbre en ella recibir afecto, pero no le molestaba, simplemente a veces no sabía como reaccionar. Sus entrañas volvieron a hacerse un nudo apretado y molesto en su interior con el descenso, así que sus brazos, en vez de aferrarse más al cuerpo contrario, parecieron desprenderse levemente lo que la asustó mucho. Se calmó cuando los pies de la chica se estrellaron con suavidad sobre el suelo y ella al fin pudo pudo hacer lo mismo. La sensación de flote pareció pesarle de pronto sobre las piernas, las cuales le temblaban levemente.
Tardó un poco en alzar la vista, ya que el hormigueo de las piernas le mantenía ocupada, pero cuando la imagen de esa gran puerta se le plasmó en los ojos ese temblorcito dejó de importarle. La verdad era que con suerte había sido bendecida con conocer 3 idiomas, los demás eran garabatos sin importancia, y estos, por muy llamativos o importantes que fueran no le llamaban la atención, pero le gustaba el diseño y la manera en la que aún se conservaban sin derrumbarse como aquellos castillos que solo eran un lejano rumor, una ilusión visual que se levantaba tristemente sobre grandes parajes abandonados y melancólicos.
El olor de otras bestias la pusieron a la defensiva y tuvo miedo de dar cualquier paso por el lugar, pero no llegó a concretar ese miedo debido a que las palabras de la chica la abordaron antes. Le gustó lo que escuchaba. Aunque le daba curiosidad ver fantasmas o esas cosas, carecía, muchas veces, del coraje que se necesitaba para no huir de ellos, aunque bien, sabía que no podían dañarla, un atisbo de terror la invadía sin razón alguna.
Sin ayudarla o al menos tratar, vio como la contraria abría las puertas y le dirigía una sonrisa. Su corazón se emocionó, pero no estaba dispuesta a desapegarse de la chica, así que en una corta carrera, se acercó nuevamente a ella aferrándose de su brazo.
- S-si, pero solo si me dejas entrar así- musitó sin soltarla, sintiéndose algo torpe por hacerlo, pero prefería aquello a temblar de miedo dentro del castillo- No lo hago por molestarte, pero me da miedo- aclaró dando un suspiro y besando levemente el hombro de la chica en un gesto de disculpas.

(Para nada, no es ninguna molestia, de hecho creo que es mejor así ^^ )

Apretó con algo de fuerza la mano de la contraria, como buscando apoyo en esa estrecha cercanía. Lo cierto era que tuvo la repentina necesidad de echarse a correr hacia el exterior, aunque eso significara el perderse y no poder volver a salir, o peor, el toparse con algún sucio ser que se encontrara sediento de sangre, pero retuvo la necesidad, más que nada para no parecer tan estúpidamente infantil.
El interior del castillo le pareció un vil engaño. Todo, cada una de las piezas que componían el sector de la entrada parecían recién compradas o como si las sirvientas hubiesen estado aseando todo desde muy temprano. Tampoco había olor a encierro ni olor a putrefacción. Al parecer nadie había muerto allí recientemente y eso la calmaba un poco.
Al principio se había quedado pasmada intentando plasmar en su mente cada rincón de lo que podía ver. No era muy amante de las cosas materiales, y tampoco había tenido un hogar como para compararlo con este, pero de alguna manera sentía una gran comodidad con aquel lugar y le gustaba, pero no por lo ostentoso. Se dejó ligera como el aire para ser dirigida por la otra chica, como si el ser llevada de un lugar a otro fuera lo que más esperaba. La imagen de aquel salón la dejó algo aturdida ¿de verdad estaba abandonado?. Era tal cual como si de una fotografía se tratara. No había estragos del tiempo, los olores parecían temer el impregnarse allí y los rumores de las risas parecían más frescos y reales que lo que sus ojos divisaban. Sonrió encontrándole gracia al lugar y se soltó de la mano de la chica para aventurarse a dar unos cuantos pasos sola, para acercarse a la mesa y mirar más detenidamente los platos, que se mostraban relucientes y delicados.
-¿Oyes la música?- consultó con un aire más alegre, volviendo a su lado para estrecharle nuevamente la mano. Tampoco era como si su incursión solitaria fuese a durar mucho. - ¿Sabes bailar?- preguntó mirándola a los ojos, o al menos tratando de hacerlo- Me gusta cuando la gente baila, parece que fuera algo maravilloso, pero yo soy torpe con los pies así que jamás podría hacer algo como eso- comentó tratando de iniciar una conversación otra vez al tiempo en que además quería saber que cosas le gustaba hacer a esa misteriosa chica.

Sonrió. Era cierto. Quizá con tanto trabajo quizá aquella niña nunca había tenido tempo de dedicarse a cosas mundanas como el baile, así que le dedicó una sonrisa amplia haciendo un gesto infantil notando que ella, a pesar de tener como aprenderlo, tampoco podía moverse agraciadamente y que la verdad, nunca se había dado cuenta de su falta de coordinación para esas cosas. La escuchó hablar mientras deseaba aferrarse al cuerpo ajeno en un abrazo, pero se quedó pensando en aquello, ¿una técnica? ella no era buena con esas cosas, realmente solo podía dedicarse a cosas simples, y bueno, los hechizos lo eran para ella. Se ruborizó debido a su comentario. Nadie le había dicho que la magia era algo lindo. Nunca. Solo era una excusa para alejarse de ella o para pedirle cosas por egoísmo. Era solo un objeto con el cual conseguir cosas, o un objeto temible, pero nunca nadie se había parado a pensar que aquello era algo "lindo". Sintió que de sus ojos brotaban lágrimas, así que bajó la mirada intentando ahogarlas. Se sentía infantil y torpe por aquello.
Comenzaban a sollozar ahogadamente cuando la otra chica la cogió de las manos. Aún así no levantó la vista, pero intentó sonreír para no molestar a la chica, además, si quería intentar bailar con aquel bello ángel. Aguantó la respiración un rato, intentando acallar el llanto y seguir el compás de la canción que la hipnotizaba, moviéndose torpemente de un lado a otro, queríendo ser "digna" de bailar con la otra.
-S-si me parece entretenido, pero no puedo moverme bien- comentó dando un sollozo que no pudo retener. Se rió de manera poco convincente para hacer que aquello pasara desapercibido, mientras la alegría aumentaba en su interior. La ponía de buenas juguetear así, aunque las lágrimas brotaban, no eran de tristeza, si no de felicidad, quizá - Es difícil moverme por mi misma, así que no me sorprende que me sienta graciosa mientras me muevo contigo - comentó con una amplia sonrisa, levantando el rostro empapado en la lágrimas y rubor.
La música aún se desplazaba por cada rincón, haciendo más llevadero el baile y sumiéndolas en cada una de las notas producidas por los rumores del castillo.

El abrupto cesar del baile que mantenían le arrancó de la misma manera la sonrisa que se había dibujado en su rostro. ¿La había hecho enojar?. Temió que fuese así, pero cuando sintió que la chica la atraía hacia ella y la abrazaba los pensamientos se detuvieron en seco y solo se dejó estar. Las palabras de la contraria tardaron en hacerse entender dentro de su mente, pero cuando consiguió descifrarlas, supo que todo era un malentendido. Estrechó a la contraria con fuerza, tratando de ocultar su rostro en el cuerpo ajeno mientras que sus manos se aferraban cerca del nacimiento de las alas, queriendo tocarlas, pero negándose a la idea de hacerlo por respeto y miedo a molestarla aún más cuando se enterara del motivo de sus tontas lágrimas. Suspiró con fuerza mientras la melodía del lugar seguía calándole la piel, haciendo que se le erizara levemente.
- Si fue algo que dijiste... pero no es algo malo- susurró sin dejar de estrecharla, pero moviendo un poco su cabeza para que el débil tono de su voz alcanzara a la chica- Nunca... nadie había tratado de decirme que la magia era algo lindo ... - masculló sonriendo torpemente mientras las cristalinas gotas se deslizaban por sus mejillas, llegando a absorberse en la ropa de la chica- G-gracias por eso y... si sigues estrechándome así voy a mojar tu ropa- agregó dándole la libertad de soltarla cuando así lo quisiera, aunque en el fondo el "no me sueltes" se repetía incesantemente en su mente. De verdad quería que ese fugaz momento se alargara para creer que jamás terminaría, que no volvería a estar sola en algún tiempo más. Se acurrucó suavemente en el cuerpo de la chica buscando la calidez que según parecía, se le había escapado. Cerró los ojos y se sintió parte de los murmullos lejanos, dejando su cuerpo a la merced de lo que deseara la contraria, ya que no recaía en ella la decisión de si continuar o no el abrazo.

Quizá por haber estado sola la mayoría de su vida necesitaba en gran medida algún alago, y ahora que lo había recibido sus emociones se desbordaban inevitablemente. Pensó que tal vez los demás humanos eran idiotas por despreciar aquellos dones y que por culpa de ellos se había limitado mucho, siendo una bruja prometedora que podría usar trucos a su antojo, para lo que ella quisiera aunque eso le significara perder el lado humano que había estado resguardando. Se sentía liberada, como si estar en aquellos brazos le detuviera las ideas y le apaciguara los sentimientos. De verdad, si alguien tan cálido como ella le arrebataría el alma algún día, no le importaba tener que retirarse de este mundo para pasar eternidades en las llamas, ya que una sensación así podría ser recordada por siempre.
Las caricias sobre su cabeza la hicieron sentir una niña, pero no se molestó ya que de verdad creyó necesitar ese contacto. No, no quería soltarla, no lo haría, no hasta que la contraria quisiera liberarse de ella. Suspiró sabiendo que no era un juguete, o algo que pudiera guardar para ella. Quería quedarse con ella, pero no había manera de retenerla a su lado, ya que pronto tendría cosas que hacer, o tal vez tenía con quien volver o un hogar al cual ir. No le sorprendería si en aquel momento alguien las interrumpiera para llevarse a la chica, verdaderamente no le sorprendería, pero sabía que en el fondo, si algo así sucediera, usaría su magia para alejarlo y al menos pasar unos minutos más retenida allí.
- Si fuera por mi, no te soltaría jamás- susurró teniendo la necesidad de confesar aquello, aunque su tono había sido demasiado bajo para que la otra no lo escuchara y evitarse la vergüenza.
Estaba a gusto. Había una calidez dulce entre ellas y eso la animaba a seguir aferrada a ella, sintiendo la tenue música que se deslizaba a su alrededor sin que esto las volviera al baile.
-¿Cuando tendré que separarme de ti?- consultó casi seriamente sintiendo que las lágrimas se detenían aunque podrían volver a aflorar si sentía tristeza por la respuesta. Ahora, se sentía bastante infantil, pero ya no le importaba.